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Virgilio, poeta del campo.

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El trabajo en las bibliotecas antiguas ofrece sorpresas, que se convierten en verdaderos oasis que alivian el cansancio por tantos manuales, tantos códigos y tantos comentarios a los comentarios… El buen libro (buen autor, buena obra, buena impresión, buena encuadernación), quizás perdido y olvidado entre muchos otros, despierta agradecido, con todo su potencia vital, cuando se le dedica un poco de tiempo, de calma y de amor. Y esto no es aplicable exclusivamente a los ejemplares más antiguos y venerables. También entre los libros de fechas más recientes, que ni siquiera califican técnicamente para el rango de “antiguos”, surgen ejemplares valiosos, que no solo enriquecen el catálogo de los tesoros institucionales, sino que cumplen su vocación de transportarnos a otros horizontes, o de iluminar las realidades actuales, humanizando la rutina diaria. Es lo que queremos compartir hoy con los lectores.
Al proseguir el trabajo de reseña de la Biblioteca que se guarda en el Archivo Histórico de la Universidad del Rosario, apareció una edición bilingüe (latín-francés) de las Geórgicas de Virgilio, de 1910:
VIRGILE. Les Géorgiques
Traduction nouvelle avec le texte en regard par Henri Lantoine
Paris. Librairie Hachette et Cie. Imprimerie Nationale. 1910
(n.º topográfico antiguo: Estante 39 n° 161).

 

El traductor: Henri Lantoine

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Poco se sabe de Lantoine; ni siquiera en la red hay muchas menciones de su obra o bibliografía.

 

Dice la Introducción que estamos ante una obra póstuma y que su autor, Henri Lantoine, “no tenía, en sus últimos años, un pasatiempo más querido que el de regresar a sus autores preferidos, y en particular a Virgilio, para saborear sus palabras fuertes y armoniosas” y que, a tal propósito, se valía de un ejercicio: traducirlo. Este trabajo se considera como “su testamento literario”.
La hermosa presentación del libro, notoria desde la primera ojeada, hace pensar que se trata de una edición especial. No demora en ratificarlo la Introducción, donde se nos dice que este libro “es un homenaje a su memoria y un testimonio de su consagración y dedicación a las letras antiguas”. Allí se cuentan detalles entrañables, que empiezan a dar vida al libro: Lantoine acababa de traducir las Geórgicas cuando lo sorprendió la muerte. Su hermana, conocedora también de los clásicos y capaz de valorar el trabajo de Henri-Eugène, rescató los originales y se ocupó de su divulgación y edición, solicitando a importantes académicos –colegas del difunto, como Alfred Croiset y Ernest Lavisse– las notas biográficas de su hermano. De ellas, se resumen los siguientes datos.
Nacido en Guise el 12 de julio de 1845, a los once años es enviado por su padre a París. Esta figura paterna es importante en su vida, porque le marcará unos derroteros muy claros: preocupado por los temas del espíritu, se propuso buscar para sus hijos un alto nivel cultural (pág. XV). Entra al Internado Jauffret y frecuenta las clases en el Liceo Carlomagno. Posteriormente (1865) pasa a la Escuela Normal; allí es alumno de Lachelier, a quien admira como filósofo y como helenista. Ya graduado, es nombrado Profesor Agregado de Retórica en Saint-Étienne y en Nevers. Pasa de allí a la Escuela Normal, aprovechando su biblioteca, donde se dedica a profundizar sus estudios y a terminar sus tesis, que termina a fines de 1874.
La tesis latina tenía por tema la polémica de Cicerón con los aticistas: “el latinista y el humanista que siempre fue por inclinación, se ponen de manifiesto aquí con gran decoro” (pág. X)[1]. Su otra tesis en francés era: Histoire de l’enseignement secondaire en France au XVIIe & au début du XVIIIe siècle (pág. XI). Con el doctorado, se le abren las puertas de la educación superior. Comienza en Clermont-Ferrand (1875) como catedrático de Literatura francesa. Después, será catedrático de Literatura antigua en Besançon.
La muerte prematura de su esposa, que acaba de darle una niña, le hacen solicitar el regreso a París. Es nombrado como suplente en el Liceo Enrique IV y luego en el Liceo Condorcet. De allí pasa como conferenciante de latín (1879-82) a la Facultad de París, donde transcurrirá toda su carrera. En 1882 es nombrado Secretario de la Facultad de Letras de la Sorbona, cargo que ocupará hasta su retiro. Una vez más, se repite la historia del humanista urgido por las circunstancias a desempeñarse en el mundo administrativo. Mientras permaneció ahí colaboró con M. Benoist en una edición crítica del Quinto Libro de Lucrecio (pág. XII) y escribe un Epitome historiae Graecae.
El trabajo en la Facultad de Letras de la Sorbona es agobiador. La Universidad vive un momento de reformas y expansión, en el que creció inmensamente el número de profesores y de alumnos. Además, muere su hija por aquellos días: “bajo apariencias valientes de serenidad continua e incluso de humor, podía adivinarse que padecía una herida profunda y sin remedio” (pág. XIII). Sus colegas cuentan cómo Virgilio le servía de alivio y desahogo de su dolor (pág. XIV). Pero no resiste más y solicita el retiro (1906). Muere en Villers-sur-Mer, el 18 de septiembre de 1908.

 

La edición

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Dando un vistazo rápido en la red, no encontramos otro ejemplar de Hachette con marca similar. Antes bien, no suelen traer ninguna en esa época.
Encuadernación rígida de lujo: cartón forrado en piel de color verde. Lomo con nervaduras y repujados sobre costuras; letras en dorado. Tapas con línea repujada en los bordes. Cantos interiores, con cenefa decorativa en dorado, de gran calidad. Guardas semejantes al papel de agua fino. Hojas de cortesía (2). Anteportada. Hoja de papel especial, con fotografía (heliografía) de Henri Lantoine. Papel protector. Portada impresa en rojo y negro. Curiosa marca tipográfica de la editorial Hachette. Texto muy bien impreso, con tipos grandes y claros, en una sola columna, enfrentado el texto latino (izquierda) con la correspondiente traducción francesa. Papel semisatinado. Corte superior, con dorado. Cinta para señalar la lectura.
Esta impecable edición no es ajena a la entidad que lo imprimió: nada menos que la Imprimerie Nationale (Imprenta Nacional): imprenta oficial del Estado francés y continuación de aquella célebre Imprenta Real que fundó el Cardenal Richelieu (1640: Luis XIII), bajo la dirección de Sebastián Cramoisy (1640-1660). Se caracterizó desde un principio por la calidad de sus tipos de imprenta.

La obra

Die Georgica des Vergil, III. Buch, Szene, Schäfer bei ihren Herden.
El pastor y su rebaño, escena de Virgilio, libro III. Biblioteca Apostólica Vaticana, s. V.
Así sea someramente, daremos una indicación del sitio de las Geórgicas en la obra del Mantuano. Virgilio es un poeta. Y un poeta genial. Por encima de cualquier otra circunstancia, su condición de persona culta y de poeta constituye el núcleo esencial de este libro. Las Geórgicas son una obra de transición entre las Bucólicas y la Eneida. En la primera, hay todo un plegarse a la moda –el modelo griego– y a unos patrones estéticos que aún están distantes de la exaltación épica de Roma que estallará en la Eneida. Las Geórgicas, que en parte son coetáneas con las Eneida ya muestran el nuevo matiz.
Como nota muy acertadamente M. A. Caro:
“A un tiempo su genio poético, su inclinación por el campo y sus estudios de ciencias naturales conducíanle de la mano a componer un poema didáctico, como el que dedicó a Mecenas. (…) Tan cordialmente se asociaban y así se confundían en él su amor al campo y a las artes agrícolas, y su vocación poética, que nunca se percibe en su poema el fastidio del autor que por tratar su asunto en toda su extensión abraza prosaicos y desagradables pormenores”[2].
Hay en las Geórgicas un aspecto didáctico evidente. Pero hay, también, un elogio innegable al estamento olvidado y menospreciado de los agricultores. Y, con ello, un reclamo a las autoridades romanas; reivindicación que se apoya no en ficciones literarias sino en una cruda realidad, que el poeta hace propia:
“Desde los siglos de la prehistoria, en las campiñas, lejos de las ciudades, fuera de la historia, millones de hombres han inventado, poco a poco, y repetido de generación en generación, las gestas y las obras cantadas por el poeta. Su oscura labor logró para la grandeza de Roma tanto como las guerras y las deliberaciones del Senado. (…) Basada en una atención escrupulosa, prudencia, tenacidad y energía la vida campesina fue formando la aristocracia del porvenir, destinada a ocupar, en la ciudad y en el Imperio, el lugar que la vieja nobleza había dejado vacío”[3].

Virgilio y los bucólicos rosaristas

En hoja de cortesía, se lee una dedicatoria manuscrita a Monseñor Rafael M. Carrasquilla, otrora Rector de este Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario: “A mi querido maestro el Dr. Rafael María Carrasquilla, su más agradecido discípulo. Ciro Molina Garcés. Bogotá, octubre de 1914”. En primeras páginas se repite un mismo sello de tinta: Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. Biblioteca.

 

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Ciro Molina (Cali, 1891-1953), graduado Doctor en Filosofía y Letras por este Colegio (1914). Frecuentaba la tertulia de López de Mesa, los Lozanos, Eduardo Caballero, Gerardo Arrubla y Darío Echandía.
Su tesis de grado, De re metrica, trató sobre la versificación del poeta Valencia, puede leerse en la revista de la Universidad, n.os 93-4. Si bien se esperaba que se dedicara a sus intereses profesionales y estéticos, en unión de un hermano se dedicó a las labores del campo en la hacienda paterna El Hatico, jurisdicción del municipio de El Cerrito.
En una nota de protesta, Molina hace gala de la elocuencia aprendida entre los clásicos:
“Hijo del campo, me liga a la tierra una herencia sagrada y, sólo obligado por la presencia del peligro de mi gremio, renuncié a la tranquila paz del labriego, para entrar a la vida pública ajena a mis sentimientos y reñida con mi carácter”[4].
Los Molinas fueron actores notables en el desarrollo del Valle del Cauca, y así se les reconoce.

 

Jaime Restrepo Z., Elkin Saboyá R.,

Archivo Histórico.

 

[1] De Cicerone contra oratores atticos disputante, thesim Facultati litterarum parisiensi proponebat H. Lantoine. Parisiis: apud E. Thorin, 1874. Otras obras filológicas: Lucrèce, De la nature des choses, Ve livre: analyse littéraire. Paris: Hachette, 1884 (con Benoist y H. Patin). Histoire littéraire. Leçons de littérature latine (con R. Lallier). Paris: G. Masson, 1888. Epitome historiae graecae; texte entièrement nouveau. Paris: A. Colin et cie. [1890]. Enseignement secondaire classique. Guide pratique du candidat au baccalauréat. Paris: A. Colin, 1892. De rerum natura, liber I (1-550); texte latin, publié d’après les travaux les plus récents de la philologie (…). Paris: Hachette, 1892.Cicéron (extraits), avec une introduction, des analyses et des notes. Paris: G. Masson, (1895). Leçons de littérature latine. Paris: Masson, [ca 1895]. Pages et pensées morales extraites des auteurs latins, recueillies et annotées par H. Lantoine. Paris: A. Colin, 1898. Études sur l’antiquité. Paris: Hachette, 1913. De rerum natura: liber V texte latin. Paris: Hachette, 1933. César, Salluste, Tite-Live, Tacite. Paris: Masson, (s. d.). Virgile (extraits) avec une introduction. Paris: G. Masson [n.d.].

[2] Caro, Víctor E. Obras completas de Don Miguel Antonio Caro. Tomo II. Estudios Literarios. Primera Serie. Artículo Virgilio. Pág. 239.

[3] Grenier, Albert. El genio romano en la religión, el pensamiento y el arte. México: UTEHA, 1961. Pág. 280.

[4] Empresas y empresarios en la historia de Colombia. Carlos Dávila (Compilador). Bogotá: Cepal, Norma, Uniandes, 2003. P. 1190 ss.



La tercera Roma: Moscú, Rusia y su relación con Alemania.

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La relación entre alemanes y rusos ha sido determinante para la historia europea desde la época en que el término “zar” se refería a un poder monárquico evocador de los césares de Roma, más no a un cargo burocrático de segundo nivel en gobiernos americanos.
Lefort's House
El Barrio Alemán, en el noreste de Moscú. Surgido a mediados del s. XVI, su población venía de Europa occidental (“alemán” en ruso significa “mudo”: cf. la etimología de bárbaro) y de prisioneros de la Guerra Livona. Sus residentes dependían de las artesanías y de los molinos de harina del Yauza.
Iván IV el Terrible (1530-84), el último de los Grandes Príncipes de Moscú y el primer Zar de los rusos, contrarrestó el significativo atraso científico y tecnológico de Rusia frente a Europa occidental al continuar una política iniciada por su abuelo, Iván III (1462-1505): promoviendo el ingreso a Rusia de eruditos y técnicos europeos, pero primordialmente alemanes, de todo tipo: médicos, comerciantes, ingenieros, soldados, armeros, cañoneros[1].
Al incorporar mercenarios y artilleros extranjeros a los 300 000 hombres del ejército ruso –el zar duplicó el pie de fuerza de sus tropas para alcanzar este número–, Iván el Terrible pudo convertir su reino en una potencia real[2]. Para lograrlo, tuvo que derrotar a los kanatos (reinos) enemigos de Kazán y Astracán, ciudades sobre el río Volga que controlaban restos del Imperio Mongol, establecido en el siglo XIII por el temible Gengis Kan[3].
Portrait of Ivan the Terrible by Viktor Mihajlovic Vasnecov
Iván el Terrible, por Viktor Vasnetsov, 1897.
El sitio de Kazán en 1552, de hecho, fue posible gracias a la destrucción de sus murallas con la labor de un dinamitero alemán de apellido Fülsterberg[1]. Cuatro años después vino la toma de Astracán, con lo cual Iván IV pudo extender su reino hacia el sur hasta el mar Caspio y sus alrededores[2].
Tal fue la apreciación del primer zar por sus súbditos germánicos que impulsó la fundación, en las entonces afueras de Moscú, a las orillas del Yauza, de un “suburbio alemán” (Nemétskaya slobodá). En la colonia se establecieron cientos de trabajadores y comerciantes alemanes –aunque también de otras nacionalidades–, quienes pudieron practicar libremente su religión y hacer del Hochdeutsch una lengua común[3].
Unos dos siglos después, otro zar ambicioso, modernizador y expansionista, Pedro I el Grande (1672-1725), se dirigió precisamente al Nemétskaya slobodá para estudiar meticulosamente la técnica artesanal y militar de sus habitantes[4]. Su experiencia ahí posiblemente inspiró su famosa Gran Embajada (1697-1698) a Prusia, Sajonia y otros países occidentales, al igual que su Manifiesto de invitación a profesionales extranjeros del año 1702, gracias al cual llegaron a Rusia miles de constructores, maestros, científicos y artistas alemanes[5].
Pedro el Grande se apoderó de la costa del mar Báltico en la Gran Guerra del Norte contra Suecia (1700-1721)[6]. Su sucesora Catalina la Grande (1729-1796), quien conquistó la costa norte del mar Negro, Crimea y el norte del Cáucaso al derrotar al Imperio Otomano, era prusiana de nacimiento (al igual que su esposo, Pedro III), tal como lo indica su nombre: Sophie Friederike Auguste von Anhalt-Zerbst-Dornburg[7]. Aunque Catalina le hizo la guerra a Prusia durante la Guerra de los Siete Años (1756-63), también impulsó la migración de alemanes a los territorios recientemente conquistados[8].
Catalina.
Catalina II en traje de Minerva (1789-90), por Fedot Shubin.
Hace un siglo, Rusia y Alemania, unificada por la singular habilidad de Otto von Bismarck, se enfrentaron en una guerra mundial que conllevó al asesinato del último zar, acto cúspide de una revolución con la cual Rusia intentó gobernarse según los preceptos de un filósofo nacido en la Provincia del Rin, o Renania Prusiana: Carlos Marx. A la derrota alemana ante Rusia en la Segunda Guerra Mundial se siguió la ocupación soviética de Berlín oriental y la sumisión de la República Democrática Alemana al Kremlin durante medio siglo.
El derrumbe del Muro de Berlín y por ende de la Unión Soviética se produjo bajo Mijaíl Gorbachov. Como argumenta el autor Christian Neef, la política de Gorbachov de contracción imperial representa –para la mayoría del pueblo ruso– la antítesis[1] del liderazgo esperado de un dirigente de la “tercera Roma”. Así se perfiló Moscú tras la caída de Constantinopla en 1453 durante el reino de Iván III, quien agregó el águila bizantina al escudo de armas moscovita, contrajo matrimonio con la sobrina del último emperador de Bizancio, Constantino XI Paleólogo, y dio los primeros pasos para que Moscú se estableciera como Patriarcado de la Iglesia Ortodoxa en 1589[2].
Otro es el caso de Vladímir Putin. Sus incursiones militares en Chechenia, en Georgia y ahora en Ucrania, cuya capital Kiev es considerada la “ciudad madre de todos los rusos”, lo sitúan en la tradición de Iván IV, a quien Josef Stalin admiraba profundamente, de Pedro I y de Catalina II.
Tal como estos líderes, Putin, quien habla alemán y trabajó como agente de la KGB durante varios años en Dresde, ha consolidado su poder con ayuda germana: su amigo Gerhard Schröder, excanciller de Alemania (1998-2005), ha estado asociado con Gazprom, la poderosísima compañía petrolera rusa, desde que abandonó la política en su país natal a mediados de la década pasada.

 

Daniel Raisbeck,
Archivo Histórico.

 

[1] http://www.migrationsmuseum.it/ consultado 30-5-2014.

[2] Klußmann consultado 30-5-2014.

[3] Klußmann

[4] Yakorski, “Deutsche Siedlungen im Südkaukasus”, 133.

[5] Klußmann

[6] http://www.migrationsmuseum.it/

[7] Yakorski, op. cit. 133.

[8] Yakorski, op. cit. 133 y Schreiber consultado 30-5-2014.

[9] Schreiber consultado 30-5-2014.

[10] Bönisch consultado 30-5-2014.

[11]Yakorski, op. cit.133.

[12] Neef  consultado 30-5-2014.

[13] Nolte consultado 30-5-2014.

 

Fuentes

 

Bönisch, G. “Der Wille zur Macht”. En Der Spiegel Geschichte 1 / 2012, consultado 30-5-2014.

Eisfeld, A. Tausend Jahre Nachbarschaft: Russland und die Deutschen. München: Bruckmann, 1988.

Klußman, U. “Iwan IV: Der zornige Zar”, en Der Spiegel  Geschichte 1 / 2012, consultado 30-5-2014.

Neef, C. “Schluss mit der Romantik”, en Der Spiegel15 / 2014, consultado 30-5-2014.

Nolte, H. H. Der Aufstieg Russlands zur europäischen Großmacht. Stuttgart: Klett, 1981.

Schreiber, M. “Peter der Große: Genie, Stratege, Barbar”, en Der Spiegel Geschichte 1 / 2012, consultado 30-5-2014.

Yaskorski, A. “Deutsche Siedlungen im Südkaukasus”. En Iran & the Caucasus. Vol. 5 (2001); pp. 133-8.

 

Páginas web:

http://www.migrationsmuseum.it/

http://wwwg.uni-klu.ac.at/eeo/Orthodoxie_Russland


De Virgilio a Borges, en un hilo.

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“Si has oído el llamado del Oriente, no oirás otra cosa”. Kipling.
Ese llamado ha resonado en oídos occidentales los últimos veinticinco siglos, por lo menos. En efecto, ya Heródoto en la inauguración de la Historia nos trae noticias de Oriente. Pero esta vez no nos remontamos tan atrás, sino que nos quedamos con el gran poeta de Roma, específicamente en sus Geórgicas, todo a propósito de una mención de Borges al Mantuano en una poesía de tema oriental. Todo se resume, pues, en Borges, Virgilio y Oriente.
El Oriente de Borges fue más amplio que el conocido por los mencionados autores antiguos. María Kodama declara que Borges se asomó a ese mundo oyéndole a su abuela leer la Biblia en inglés y que, luego, en la biblioteca de su padre tuvo a su disposición Las mil y una noches, Tales before midnight (Mitford) y las Leyendas del Japón. Es decir, un Oriente que iba desde la árida Palestina hasta la tierra de los samuráis.
Hara-kiri.
Grabado japonés para Tales of Old Japan, en una edición de 1910. Publicados en 1871, dieron a conocer el folclor japonés a Occidente. Mitford sirvió como diplomático en China y Japón.

Un Virgilio campesino

Leemos en la Introducción a Virgilio, que durante la composición de las Églogas el poeta conoció a Mecenas, quien le sugirió la idea de un ambicioso poema sobre la agricultura. El resultado, que para muchos es “el mejor poema del mejor poeta”, no es solo una obra didáctica, pues domina en ella un ardiente amor por el campo y la naturaleza, además de una simpatía por el campesino y los animales[1]. Respecto del título, conviene recordar que georgiká es palabra griega usada para referirse a un tratado de agricultura, así como he georgiké (téchne) era la agricultura en general.
El contenido de la obra se puede resumir así: en el Libro I trata del cultivo de la tierra; en el II, del cultivo de los árboles y plantas, en especial de la vid; el III tiene por tema la cría y cuidado de los diversos ganados y el Libro IV, y último, está dedicado a la apicultura. Aunque cada libro tiene una temática específica, Virgilio no pretende escribir tratados sobre diferentes aspectos agrícolas o ganaderos. Hace una selección de temas, escogiendo los que más se ajustan a sus intenciones (non ego cuncta meis amplecti uersibus opto” (II, 42) [No pretendo abarcar en mis versos todo el tema[2].
Existe la tradición de que Augusto, a su regreso de la batalla de Accio (31 a. C.), convalece de una afección a la garganta. Durante la convalecencia, Virgilio se turna con Mecenas para leerle en voz alta su nueva composición[3].

nudus ara, sere nudus. hiems ignaua colono

Hablando de los productos de distintas regiones del globo, pregunta el poeta:
quid tibi odorato referam sudantia ligno
balsamaque et bacas semper frondentis acanthi?
quid nemora Aethiopum molli canentia lana,
uelleraque ut foliis depectant tenuia Seres?
[4]
[Qué decirte del bálsamo que gotea de fragante / madera y de las bayas del siempre frondoso acanto. / Qué de los etíopes bosques blanqueados de muelle lana, / y cómo de las hojas cardan sutiles copos los orientales[5].]
Por lo dicho se ve que los romanos no conocían la producción de la seda, pues suponían que se tomaba de las hojas de los árboles. En todo caso, Virgilio recomienda el verano para las faenas del campo (nudus ara, sere nudus), mientras que el invierno es tiempo de ocio y suaves vestidos (molli lana, uellera tenuia)[6].
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Mujeres inspeccionan un corte de seda, obra del emperador Song Huizong, siglo XII.

Ecos virgilianos

Tales cuadros virgilianos son los que parece evocar un famoso lector del Mantuano, bonaerense para más señas. En La rosa profunda (1975), Borges publica una poesía de nombre El Oriente, que principia así:
La mano de Virgilio se demora
sobre una tela con frescura de agua
y entretejidas formas y colores
que han traído a su Roma las remotas
caravanas del tiempo y de la arena.
Perdurará en un verso de las 
Geórgicas.
No la había visto nunca. Hoy es la seda.
[7]
La idea del romano acariciando una tela oriental es recurrente en Borges: “Por el camino de la seda, por el arduo camino que fatigaron antiguas caravanas para que un paño con figuras llegara a manos de Virgilio y le sugiriera el hexámetro, Marco Polo, atravesando cordilleras y arenas, arribó a la China (…)”[8].
Otra mención, de nuevo en verso, la tenemos en Himno (La cifra, 1981):
Esta mañana
hay en el aire la increíble fragancia
de las rosas del Paraíso.
En la margen del Eufrates[9]
Adán descubre la frescura del agua.
Una lluvia de oro cae del cielo;
es el amor de Zeus.
Salta del mar un pez
y un hombre de Agrigento recordará
haber sido ese pez.
En la caverna cuyo nombre será Altamira
una mano sin cara traza la curva
de un lomo de bisonte.
La lenta mano de Virgilio acaricia
la seda que trajeron
del reino del Emperador Amarillo
las caravanas y las naves.
(…)
Oriente y Occidente, como vemos, se unieron por un hilo de seda. La misma maravilla que suscitó la desconocida obra de artesanos chinos en el gran poeta de Roma, se repite en otro gran poeta americano, y no podemos menos de pensar que dentro de es gran triángulo está inscrita nuestra cultura.
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El pasaje de Virgilio en la edición de Lantoine, existente en la biblioteca del Rosario.
Jaime Restrepo Z., Elkin Saboyá R.,
Archivo Histórico.

[1] Virgil. Eclogues. Georgics. Aeneid I-VI. With an English translation by H. Rushton Fairclough. Revised by G. P. Goold. Cambridge. Mass. Harvard University Press, 2006 (Loeb Classical Library, 63), pág. 3.

[2]Goelzer, Henri. Virgile. Les Géorgiques. Texte établi et traduit. Paris: Les Belles lettres, 2.ª éd., 1935. Pág. X.

[3] “Georgica reverso post Actiacam uictoriam Augusto atque Atellae reficiendarum faucium causa commoranti per continuum quadriduum legit, suscipiente Maecenate legendi uicem quotiens interpellaretur ipse uocis offensione”, escribe Suetonio-Donato, segúnGoelzer, op. cit., pág. VII, Nota 2.

[4] II, 118-21, Eclogues. Georgics. Aeneid I-VI, op cit, p. 144.

[5] Cfr. la versión de M. A. Caro: Ni olvidará mi canto / El bálsamo divino que gotea / De los fragantes leños; ni las gomas / Del florecido, vividor acanto. / ¿Ó los bosques diré del Etïope / Con suavísimas lanas blanquecinos,  / Y cómo á sus florestas / Peinan los Seres los vellones finos?

[6] I, 299. García Arméndariz da el paralelo griego en Hesiodo (γυμνὸν σπείρεινγυμνὸν δὲ βοωτεῖν, /
γυμνὸν δ᾽ ἀμάεινOp. 391-2) y discute el sentido de γυμνὸν-nudus. En línea, consultado 4-6-2014: http://revistas.um.es/myrtia/article/viewFile/39231/37691

[7] Kodama, M. Borges y el Oriente. En línea, consultado 4-6-2014: http://bibliotecavirtual.unl.edu.ar/ojs/index.php/HilodelaFabula/article/viewFile/1812/2761

[8] Marco Polo, “Descripción del Mundo”, en Miscelánea. En línea, consultado 4-6-2014: books.google.com.co/books?isbn=8499896324

[9] La acentuación etimológica era llana, hoy es esdrújula.


Tres genios en Basilea (Joyas de la Biblioteca Antigua, VI).

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En 1510, cuando Juan Frobenio (alias Johannes Frobenius, para sus paisanos Johann Froben) contrae matrimonio con la hija de un librero, su negocio de impresor ya era reconocido. Sin embargo, antes de conocer a Erasmo (alias Desiderius Erasmus Roterodamus, sobre su nombre de pila hay polémica), su producción era principalmente de obras religiosas. La oferta se amplió con la nueva edición de los Adagia, en 1513. Frobenio amplió su mercado y, sin dejar su principal nicho, tuvo en Erasmo un editor de lujo.
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Froben por Holbein el Joven, ca. 1520. En octubre del 16 el pintor ya estaba diseñando portadas para el impresor, y precisamente en el taller conoce a Erasmo.
Pero Frobenio no solo buscó nuevos lectores, sino que mejoró la factura tipográfica de sus libros.  Para ello utilizó nuevos tipos y contrató los mejores artistas para la ornamentación de sus páginas. Aquí entra en escena el tercer protagonista de nuestra reseña: Juan Holpenio el Joven (alias Joannes Holpenius filius, para sus paisanos Hans Holbein der Jüngere). Más conocido por su obra pictórica, a Holpenio lo contrató Frobenio para decorar las márgenes de las portadas y las iniciales, así como para darle variedad al escudo del taller. La contribución del artista alemán consistió en xilografías y grabados, producidos entre 1516 y 1522.
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Marca del taller de Froben, por Holbein el Joven (témpera sobre lienzo). La simbología responde al consejo de Mateo, ser sabio como la serpiente y manso como la paloma, mezclado con el caduceo de Mercurio, dios del comercio entre los romanos.

Un trabajo a seis manos

En 1522 sale de las prensas de Frobenio una obra de Erasmo, cuyo título era:
D. Erasmi Roterodami opus de conscribendis epistolis, quod quidam & mendosum & mutilum aediderant, recognitum ab autore & locupletatum. 
A continuación registra la segunda obra allí contenida:
Parabolarum sive similium liber, ab autore recognitus. Basileae apud Io. Frob. AN. M.D.XXII.
[De Desiderio Erasmo de Rotterdam. Tratado sobre la escritura de cartas, revisado y ampliado por el autor, pues se había editado con errores e incompleto. Libro de las parábolas o los símiles, revisado por el autor. Basilea, en los talleres de Juan Frobenio, 1522].

La obra

Describimos a continuación la copia existente en la Biblioteca Antigua de la Universidad del Rosario.
Presentación actual: La obra tiene una encuadernación rígida de calidad (cartón forrado en piel repujada), hoy muy deteriorada: falta el lomo y ambas tapas están separadas. Portada donde se introducen motivos arquitectónicos y decorativos renacentistas.
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Portada con la ornamentación de Holbein.
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Holbein hizo grabados para la Danza de la muerte, los Íconos (ilustraciones del Nuevo Testamento) y la Biblia de Lutero,entre otras obras de su arte. Véanse sus nombres en los extremos de la composición.
Debajo del sello se lee el nombre de Xrtobal (Cristóbal) de Torres, arzobispo de Santa Fe y dueño de la copia.
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Froben abrió su negocio hacia 1491 y pronto ganó fama por su esmero y gusto. Hospedó en su casa a Erasmo, cuya obra imprimió desde 1514, y este a su vez le corregía sus ediciones de clásicos. Lutero se sirvió del Nuevo Testamento erasmiano (1516) para ejecutar su traducción.
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La imagen femenina de la izquierda es, según los entendidos, representación de la muerte de lucrecia, tema histórico que se convirtió en motivo literario y musical.
En el principio de la carta-prólogo (verso), que coincide  con la página 2, debe notarse el trabajo realizado con la suma de cinco orlas decoradas independientes. Lo mismo, en la página 5. El texto está impreso sobre papel fino. Por lo problemas de encuadernación y costura que presenta, hay varios cuadernillos desprendidos; pero el texto se conserva completo. Muchas anotaciones  y subrayados. En lo que queda de las guardas, cantidad de escritos de diferentes manos; muchos de ellos, simples ensayos caligráficos. Las tapas tienen una interesante decoración  con repujados, en caliente,  de rectángulos concéntricos. Los espacios más anchos, con motivos decorativos muy bien hechos.
Contenido: Tratado sobre la escritura de cartas: Este género de tratados epistolares tuvo mucho éxito en el Renacimiento y contó con importantes exponentes. Erasmo trabajó constantemente sobre esta obra, que publica para llenar y completar las carencias que él encuentra en los otros autores de este género. Según sus propias palabras: “aquí tienes el método de redacción epistolar, que tanto me pedías que produjera”. Algunos temas son: Carácter de la carta. Gravedad de la carta. Importancia de la carta. Composición. Elegancia. Ejercitación e imitación. Cómo proponer el tema. El saludo. El saludo simple. Fórmulas. Cómo usar los calificativos. Cómo despedirse. Orden que debe tener la carta. Clases de cartas. Comienzo de las cartas. Los ejemplos. La amonestación. La amplificación. El género exhortatorio, etc.
FN-000004 - copiaSubraya el lector dos grecismos en latín. Véase al pie de schedas un reclamo (señal hecha en los impresos o manuscritos para atraer la atención del lector).
Una plana alfabética. Fin del prólogo en que se ve la fórmula de despedida: Entonces que estés bien, finísimo señor, y cuando se diere la oportunidad, saluda en mi nombre a Budeo, a Deloino, a Brixio y demás amigos. La carta está fechada por los mismos días de esta reseña: 25 de mayo (VIII Cal. Iun.) de 1522.
Una plana alfabética. Fin del prólogo en que se ve la fórmula de despedida: Entonces que estés bien, finísimo señor, y cuando se diere la oportunidad, saluda en mi nombre a Budeo, a Deloino, a Brixio y demás amigos. La carta está fechada por los mismos días de esta reseña: 25 de mayo (VIII Cal. Iun.) de 1522.
Inicio de la obra. Véanse las distintas marcas tipográficas: paginación (5); uso de punto en los títulos; signatura (a 3); reclamo (quoduis). Ya vimos que reclamo es un llamado de atención en lo escrito, pero también es la sílaba o palabra con que principia la siguiente plana.
Inicio de la obra. Véanse las distintas marcas tipográficas: paginación (5); uso de punto en los títulos; signatura (a 3); reclamo (quoduis). Ya vimos que reclamo es un llamado de atención en lo escrito, pero también es la sílaba o palabra con que principia la siguiente plana.
Además de Bastidas, un Manrique ha dejado constancia de su paso por estas páginas. Mal librados sales los gramáticos en este pasaje: plagosum hoc, et indoctorum grammatistarum genus. Sobre deblatero pone el diccionario: to prate of a thing, to babble, blab out; es decir, puro blablablá.
Tipos griegos, a propósito de la comparación de nombres de funcionarios.
Tipos griegos, a propósito de la comparación de nombres de funcionarios.
Fórmulas de despedida. Cosa que se echa de menos cuando el latín y el griego se enseñan solo para traducir algún fragmento.
Fórmulas de despedida. Cosa que se echa de menos cuando el latín y el griego se enseñan solo para traducir algún fragmento.
Distintas clases de epístolas. Véase que donde Erasmo pone nunciatoria, el lector usa la variante nuntiatoria, con te, como prefieren los diccionarios modernos.
Distintas clases de epístolas. Véase que donde Erasmo pone nunciatoria, el lector usa la variante nuntiatoria, con te, como prefieren los diccionarios modernos.
Marca de párrafo (De collectione). Nótense las faltas ortográficas (sumatim, provare) y la abreviatura qd’ (quod).
Marca de párrafo (De collectione). Nótense las faltas ortográficas (sumatim, provare) y la abreviatura qd’ (quod).
Después de la página 409, en una portadilla, da otra versión del título de esta segunda obra: “Parabolae sive Similia D. Erasmi Roterodami postremum ab autore recognita, cum accessione nonnulla, adiectis aliquot uoculorum obscurarum interpretationibus” [Parábolas o símiles de Desiderio Erasmo de Rotterdam, recientemente corregidos por el autor, con algunas ampliaciones y con explicación de algunos términos difíciles].
Comienzo de los Parabolae sive similia. El prólogo está firmado en los idus (15) de octubre de 1514.
Portada de los Parabolae sive similia. El prólogo está firmado en los idus (15) de octubre de 1514. Como se ve, el inquieto lector tenía una especie de horror albi.
Es notable que, en la segunda obra, no hay paginación.
FN-000041 - copiaPor la clase de anotaciones marginales, es claro que el lector estaba en los puros principios de su formación.

 

Al final se imprime un Catálogo (Vocularum quarundam expositio), con explicación de algunas palabras especiales, cuyo autor es Jodoco Badio.
Tachado Scotistarum.
Tachado Scotistarum.
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Grabado final de la obra.

Jaime Restrepo Z., Elkin Saboyá R.,
Archivo Histórico.
Para mayor información sobre Erasmo y sus amigos de Basilea, ver Contemporaries of Erasmus. A Biographical Register of the Renaissance and Restoration. Volumes 1-3. Disponible en la red, consultado el 10-6-2014. http://books.google.com.co/books?id=hruQ386SfFcC&printsec=frontcover&source=gbs_ge_summary_r&cad=0#v=onepage&q=holbein&f=false

Crimea, ayer y hoy.

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Crimea en la Antigüedad

En Crimea, la oscilación entre la libertad política y la autocracia, por un lado, y la lucha entre poderes occidentales y orientales, por otro, por el control de la península son de vieja data.

La zona del mar Negro fue colonizada en el siglo VII (a. C.) por las ciudades estado (póleis) griegas, las cuales habían urbanizado gran parte de las costas del Mediterráneo durante el siglo anterior (O. Murray. Early Greece, p. 102-4).

El Mediterráneo en el s. VI a. C. Las colonias fenicias en amarillo, las griegas en rojo. Fuente: Wikipedia.

El Mediterráneo en el s. VI a. C. Las colonias fenicias en amarillo, las griegas en rojo. Fuente: Wikipedia.

La ciudad griega-jónica de Mileto, de por sí una colonia minoica en la costa egea (hoy parte de Turquía), colonizó la zona del Bósforo hasta la desembocadura del Danubio en el mar Negro. También estableció colonias en la costa sur de la Rusia actual y en Crimea (Táurica o Táuride para los griegos), fundando en el oriente de la península la ciudad de Panticapea (actual Kerch), la cual controla el ingreso al mar de Azov (Murray, 104).

No obstante fueron los ciudadanos de Heraclea Póntica, ciudad griega-dórica en la costa norte de Bitinia (Turquía), quienes fundaron la ciudad de Quersoneso, cerca de la Sebastopol moderna (E. Hovell Minns. Scythians and Greeks, p. 515).

Colonias griegas del norte del mar Negro, hacia 450 a. C. Fuente: Wikipedia.

Colonias griegas del norte del mar Negro, hacia 450 a. C. Fuente: Wikipedia.

 

Las ciudades griegas de Crimea perdieron su independencia en el 480, cuando una familia de nobles milesios, los Archaeanactidae según el historiador Diodoro Sículo, estableció una monarquía en la península: el Reino del Bósforo. Su gobierno duró hasta el 438, año en el cual un tirano grecoescita llamado Espartaco (un nombre tracio) fundó una nueva dinastía (A. Moreno. Feeding the Democracy: the Athenian Grain Supply in the Fifth and Fourth Centuries BC).

Sus descendientes (los Espartácidas) gobernaron a Crimea hasta el final del s. II a. C. y mantuvieron vínculos muy cercanos con Atenas, la más poderosa de las póleis griegas tras liderar la derrota del Imperio Persa en el 479. De hecho, los atenienses, tras establecer su imperio naval en el mar Egeo, vinieron a depender del grano de Crimea para su alimentación y de la abundante madera de la zona para la construcción de sus barcos.

En el 405, la derrota naval de Atenas ante Esparta en el Helesponto (Egospótamos) cerró su acceso a Crimea. Esto precipitó la rendición de la democracia ateniense en la brutal Guerra del Peloponeso (431-404).

Representación de una naumaquia (batalla naval) en la guerra del Peloponeso. Fuente: http://theinquisitiveloon.wordpress.com/2013/01/17/the-peloponnesian-war/

Representación de una naumaquia (batalla naval) en la guerra del Peloponeso. Fuente: http://theinquisitiveloon.wordpress.com/2013/01/17/the-peloponnesian-war/

 

En Crimea, el vacío de poder que se dio tras el declive de la dinastía espartácida fue llenado por el rey del Ponto, Mitridates VI (164-63), un autócrata oriental (pero helenizado) que, à la Vladimir Putin, expandió su poder al invadir la península y dominar sus recursos naturales –madera, hierro, cobre y plata– y su considerable mano de obra.

La conquista de Crimea fue importante ya que los antecesores de Mitridates habían expandido el reino del Ponto, creado sobre las ruinas del Imperio de Alejandro Magno (356-323) en la costa suroriental del Mar Negro, hacia Capadocia en el sur y Paflagonia en el occidente (Boatwright, Gargola y Talbert. The Romans: from Village to Empire).

Mitridates, claramente ambicioso y de gran vitalidad, buscaba expandir su territorio hacia la costa de Asia Menor. No obstante, se encontró con el formidable poder de la República Romana, la cual había heredado el territorio del Rey Átalo III de Pérgamo (Turquía) en el 129 y creado ahí la provincia de Asia.

Entre el 88 y el 63, las guerras mitridáticas dominaron la política exterior de la República, y durante su transcurso ocurrieron hechos sin paralelo en la historia romana.

Mitridates, tras derrotar a tres generales romanos con su espléndida caballería, masacró a 80 000 romanos en Asia. El rey luego invadió a Grecia, de donde fue expulsado por Lucio Cornelio Sila. En el 71, los romanos incursionaron por primera vez en Mesopotamia y, en el 66, le otorgaron el poder absoluto en Asia a un general, Cneo Pompeyo (Magno), para vencer por fin a Mitridates. Derrotado, el rey huyó hacia Crimea, donde intentó reconstruir su poder. Murió ahí en el 63 con sus tropas en rebelión.

En la costa occidental del Ponto terminó sus días Ovidio.

En la costa occidental del Ponto terminó sus días Ovidio. Escitas en la tumba de Ovidio. Johann Heinrich Schönfeld, ca. 1640. En Táuride ocurre la tragedia de Ifigenia, según la obra de Eurípides, y a Cólquide, en la otra orilla del Ponto, viajaron los Argonautas en busca del Vellocino.

 

La derrota final de Mitridates le permitió a Pompeyo capturar a Jerusalén en Judea (63) tras la anexión de Siria al Imperio Romano, el cual controló a Crimea hasta el tercer siglo después de Cristo.

Los territorios que se disputaron Roma y Mitridates todavía son de la máxima importancia geoestratégica. Si Putin se asimila al Rey del Ponto, Occidente carece de un Pompeyo Magno.

 

Daniel Raisbeck

* Todas las fechas se refieren a la era antes de Cristo (a. C.)

** Texto publicado en Ámbito Jurídico: http://www.ambitojuridico.com/BancoConocimiento/N/noti-140328-12crimea_en_la_antiguedad/noti-140328-12crimea_en_la_antiguedad.asp?print=1


¡Oh larga y negra partida (Ø)!

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Cuando los hechos del 20 de julio del año 10, don Francisco José de Caldas llevaba poco tiempo encargado del Observatorio Astronómico, cuya dirección le había encomendado Mutis hacía cuatro años. La agitación popular no venía sino a turbar la calma de sus trabajos científicos, por lo cual es muy natural que tomara una posición política muy cautelosa en ese momento.
Reyesta del 20 de julio (s. f.), por Pedro alcántara Quijano.

Reyerta del 20 de julio (s. f.), por Pedro Alcántara Quijano.

A la ciencia, por el camino largo.

Popayanejo de nacimiento (1768) realizó estudios de Latinidad y Filosofía en el Colegio Seminario de Popayán, bajo la dirección de José Félix de Restrepo. A los veinte años se traslada a Santafé y cursa sus estudios de Derecho en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, donde siguió sus estudios hasta 1793.
Pero qué lejos estaba de su vocación: “Me pusieron a Vinio[1] en las manos, pero no había nacido para jurisconsulto. A pesar de los castigos, reconvenciones y ejemplos, no pude tomar gusto a las leyes, ni a Justiniano, y perdí los tres años más preciosos de mi vida”, le confiesa a Mutis en la primera carta que le dirige (5-8-1801).
Gumilla, una de las lecturas científicas del abogado Caldas. Leyó también a De la Condamine, a Jorge Juan y a Antonio Julián, entre otros.

Gumilla, una de las lecturas científicas del abogado Caldas. Leyó también a De la Condamine, a Jorge Juan y a Antonio Julián, entre otros.

De vuelta a su natal Popayán, por un tiempo hace sus pasantías en los juzgados, mientras se encarga de los negocios familiares probando suerte en el comercio. Aprovecha para realizar sus primeras observaciones científicas.
En 1801 se puso en contacto con el director de la Real Expedición Botánica. Compartía con Mutis el interés por la quina, y ya había comenzado a recopilar plantas, pero de manera más bien empírica. El 31 de diciembre de 1801, conoció en Quito a Humboldt y a Bonpland, con quienes se pone al día en materias científicas. De esta época data la invención del hipsómetro, termómetro que sirve para medir la altitud de un lugar observando la temperatura a que empieza a hervir el agua.
Nótense tres cosas: que el catalogador pone mal la fecha de nacimiento de Caldas, error en que incurrían varias fuentes. El autor firma como catedrático del Rosario y, finalmente, el pie de imprenta en "Santafé de Bogotá", nombre compuesto que marca la transición de la Colonia a la República.

Nótense tres cosas: que el catalogador pone mal la fecha de nacimiento de Caldas, error en que incurrían varias fuentes. El autor firma como catedrático del Rosario y, finalmente, el pie de imprenta en “Santafé de Bogotá”, nombre compuesto que marca la transición de la Colonia a la República.

A fines de 1805, vinculado a la Real Expedición Botánica como astrónomo, tuvo que trastearse a Santafé para encargarse del recién construido Observatorio Astronómico. Caldas, al fin, se había hecho un científico profesional; es más: era un sabio oficial.
JOSE-CELESTINO-MUTIS-EN-UN-BILLETE-COLOMBIANO1

Mutis le confió a Caldas la dirección del Observatorio, pero no la de la Expedición Botánica. Caldas, trazando una línea meridiana sobre el piso del salón principal del Observatorio según la orientación astronómica, corrigió el error de Mutis, guiado probablemente por la orientación magnética. Pero las ventanas del edificio quedaron mal orientadas…

Brumas en el Observatorio.

Mas a poco de esto, Caldas vería cómo se le empañaba su prometedor horizonte. En septiembre de 1808, muerto Mutis, quien había sido su protector, se le ratifica en la dirección del Observatorio. A partir de aquí, el edificio acoge a los criollos conspiradores y Caldas, por sí o por no, terminará mezclado en la evolución política del 20 de julio.
Los hechos acarrean el cese de la Expedición y Caldas termina vinculado a la milicia en la sección del Cuerpo de Ingenieros. Resumiendo: Caldas es centralista adicto a Nariño en un principio, luego se pasa a las filas federalistas de su primo, don Camilo Torres. Poco después lo tenemos a las puertas de la ciudad como sitiador, luego huyendo a Antioquia como vencido. Allí trabaja en fortificación y es precursor de la Ingeniería nacional, luego se le llama a Bogotá a hacer lo mismo, pero ya luciendo vistosas charreteras de coronel.
Pero esta brillante carrera vería su fin con la entrada en escena de El Pacificador. Caldas busca refugio en su Cauca nativo, cae preso; se intercede para que lo manden a Quito a presentarse ante un juez benévolo, pero todo es en vano y resulta en Bogotá, otra vez.
Caldas sufre la misma suerte de sus compañeros de aventura, pero da lugar a una curiosa leyenda que analizamos a continuación.

Una curiosa tradición iconográfica.

El 28 de octubre de 1816 se le sigue a Caldas un juicio sumario y se le notifica la sentencia. Otorga testamento (en la medida en que los sabios pueden hacerlo) y desde ese momento es reo en capilla, en las mismas instalaciones en donde esto escribimos. A las once de la mañana del 29 (algunas fuentes dan el 30) se le pasa por las armas en la plazuela de San Francisco (hoy Parque Santander), de espaldas, como conviene a los traidores. Eso es lo que consta de autos. Aquí principia la leyenda.
Caldas marcha al suplicio, por Alberto Urdaneta, ca 1880.

Caldas marcha al suplicio, por Alberto Urdaneta, ca. 1880.

La leyenda quiere que Caldas, una vez cumplida la capilla de 24 horas en el piso superior del Colegio del Rosario, al descender por la escalera pintó una o partida por la mitad, y que con ello pretendía simbolizar, más o menos, “¡oh larga y negra partida!”. La anécdota se ha transmitido así por casi siglo y medio, y ha alcanzado rango epigráfico, como lo sabe quien haya subido la espaciosa y legendaria escalera del claustro. Eso está muy bien: ahora veamos qué hay detrás de todo esto.

Historia de una leyenda.

La primera alusión que conocemos del episodio está la Historia de la literatura en Nueva Granada, 1867. Vean el pasaje entero:
Fíjense en lo evidente: Vergara no precisa dónde, pero la guardia debía de estar cerca de la puerta. Sí dice que escribió, no dibujó; y que sus compañeros “leyeron de corrido”. Es claro que los jeroglíficos, pictogramas o ideogramas no se leen de corrido a menos que se conozca la clave.
La siguiente alusión a la anécdota está en Quijano Otero, quien en el artículo Nuestros mártires, 1872 (Ibáñez yerra por ambos lados: se trata de El monumento de los mártires, que Quijano sí prometió en el 72, pero que apareció en el 80), le traslada la autoría del dibujo al patriota tunjano Joaquín Camacho, fusilado poco antes que Caldas, el 31 de agosto.
Luego, el 2 de agosto de 1882, el Papel Periódico Ilustrado reproduce la anécdota como la cuenta Vergara, acompañando un grabado del signo:
Fíjense en que le corrigen la plana a Vergara, pues ya no es "o larga", sino "oh larga".

Fíjense en que le corrigen la plana a Vergara, pues ya no es “o larga”, sino “oh larga”.

Esta prueba es importante, pues creemos que el grabador del periódico convirtió la supuesta frase de Caldas (un graffiti histórico) en un símbolo: el del jeroglífico, ideograma o pictograma fue él, no el nunca bien lamentado sabio y prócer.
Poco tiempo después de labrado el ícono, Antonio José Restrepo se da a la tarea de buscarle explicaciones históricas y crípticas al grabado. Desde las columnas de La Nación (1886) le dirige una carta a Urdaneta, director del Papel Periódico Ilustrado, para hacerle notar que, en Atenas, los jueces del Areópago usaban ese signo para indicar la sentencia a muerte de un reo.
Aquí la leyenda ya se ha convertido en iconografía y sus autores materiales son, como ya dijimos, Rodríguez el grabador o, con más veras, Urdaneta el artista y periodista.

Tradición iconográfica.

Si la tradición anecdótica se remonta a 1867 con Vergara, los testimonios iconográficos principian en la década del 1880, en los talleres del Papel Periódico Ilustrado. El grabado de Rodríguez tiene fecha exacta, no así la pintura de Urdaneta; y no hay manera de saber quién inspiró al otro.
Muy pronto se daría el paso para fijar el ícono en la escalera del claustro. En los archivos del Rosario existe una fotografía del primer testimonio gráfico en que se enlazan Caldas y el curioso dibujo. La foto fue tomada hacia 1890:
ALB 01 FOT 031

Vemos una especie de cuadro con letras superpuestas. La iconografía de Caldas es póstuma, excepto una miniatura anónima.

Comentario.

Luego de esta rápida exploración histórico-iconográfica, sacamos en limpio lo siguiente:
-La anécdota es de Vergara, quien no conoció a Caldas. Lino Pombo, alumno del prócer y su biógrafo, no dice nada al respecto.
-La atribución de la frase a Joaquín Camacho es de Quijano Otero (1880), quien no conoció a los próceres y era coetáneo de Vergara. A propósito, no podemos imaginar a Camacho, ya invidente por los días del suplicio, rayando las paredes del claustro, ni con letras ni con dibujos.
-De lo que hemos leído sobre la personalidad de Caldas en sus biógrafos, no parece muy probable que el sabio se diera a desahogos pictóricos en el último instante de su existencia.
-Así pues, el presunto responsable de la tradición iconográfica que estudiamos es Urdaneta, quien pintó al prócer en el momento de salir del claustro. Poco después, de pronto inspirado por la práctica judicial del Areópago, le encomendó a Rodríguez la ejecución del grabado que apareció en el 82. Luego, hacia 1890, anécdota e ícono ya eran parte de las tradiciones de este Colgio del Rosario.
Sobre los usos institucionales del ícono se tratará en otra entrega.

 

Archivo Histórico.

[1] Arnoldo Vinnio, comentador de Justiniano.


Cuestión de status. Monografías idiomáticas.

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A propósito de una consulta sobre la frase latina status quo, aprovechamos la ocasión para un ligero comentario filológico.
Primero, veamos qué recomienda la Academia:
statu quo. Loc. lat. (pron. [estátu-kuó], no [estátu-kúo]) que significa literalmente ‘en el estado en que’. Se emplea como locución nominal masculina con el sentido de ‘estado de un asunto o cuestión en un momento determinado’: «¿Cómo es posible que usted haya osado romper el statu quo tan difícilmente establecido entre las comunidades y los propietarios?» (Scorza Tumba [Perú 1988]). Es invariable en plural (→ plural1k): los statu quo. No es correcta la forma status quo.
Ahora ofrecemos nuestro comentario.
Comenzando por el principio, notamos cierta incoherencia entre la grafía y la pronunciación: a statu corresponde *estátu. Con más clara razón, y de acuerdo con la índole del idioma, debiera la Academia recomendar estatus, y todos satisfechos.
Ahora bien, lo de la invariabilidad en plural también choca con la naturaleza del idioma, y a cada paso se ve que los hablantes tienden a formar plurales analógicos. Es decir, no extrañaría oír “los *status quos”. En fin, la Academia censura un uso, sin que nos haya convencido de que el suyo propio es más recomendable, por cualquier criterio.

Status en el mundo.

Mirando qué sucede en los idiomas más conocidos, sí parece haber una distinción genética: en el mundo anglogermánico se usa status quo, mientras que en los países latinos se prefiere statu quo.

Status en latín.

Es cosa averiguada que la frase íntegra era in statu quo ante bellum. Para quienes hayan aprobado sus cursos básicos de latín, es claro que statu es un ablativo regido por la preposición in. Ahora bien, dicha frase se ha abreviado por delante y por detrás, así que no tiene sentido conservar statu en el ablativo original, prescindiendo de la preposición que lo rige y le da sentido. En fin, somos partidarios de emplear la forma status quo. Mejor aún: dejarles el tecnicismo a los abogados y los demás seguir dándonos estatus.

Status en textos españoles.

El primer testimonio es de 1790: la basa del statu quo.
En 1791 tenemos: modificación del status quo, sobre el status quo.
En 1796 leemos: quedarán in statu quo.
Cambiando de siglo, en 1831 tenemos: usurpación in statu quo, conservación del statu quo.
En 1835, leemos en un texto americano: Montevideo in statu quo ante bellum.
En 1836, el Diccionario de Borrás trae las fórmulas in statu quo, in statu quo ante bellum; pero más adelante también status quo y status quo ante bellum. De la última dice que la usan los diplomáticos en los preliminares de la paz.
En 1839 leemos: hemos quedado in statu quo.
Ya en 1935 nos encontramos con la denuncia de que Bolivia violó el statu-quo (sin itálicas y con guion).
En un manual de 1987 explican estrategias de statu quo.
En el 91 llama la atención el título el “Status quo” de la hombría.
Como se ve por todos los testimonios, desde el principio hay vacilación en el uso: hallamos tanto statu (ablativo), como status (nominativo), con preposición o sin ella. La forma statu-quo solo la hemos visto una vez.

*Todos los testimonios aducidos se encuentran buscando con Google.


Las cenizas y el sentido.

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Quevedo y Borges.

Tratando de explicarse el hecho de que Quevedo no haya alcanzado la gloria, Borges avanza las siguientes hipótesis: su obra no tiene aristas sentimentales que explotar, su biografía no presenta anécdotas patéticas o que se presten a la hipérbole. Además, Quevedo no creó un personaje paradigmático que se haya ganado un lugar en la imaginación de los hombres (un Lazarillo, digamos). No solo no lo logró, sino que su imagen tiende a ser caricaturesca.
Para Borges, la obra de Quevedo, así en prosa como en verso, es artificial: ni en aquella hay gran ideología, ni en este se encuentran pruebas de una pasión. Quevedo es un puro artista de la palabra. Para decirlo con la frase final del ensayo borgiano: Francisco de Quevedo es menos un hombre que una dilatada y compleja literatura.
Pero lo que queríamos tratar aquí era la faceta de Quevedo como imitador de los clásicos. Allí, en el ensayo de Borges, se enlaza el famoso endecasílabo “polvo serán, mas polvo enamorado” (Musa IV, 31), con el pentámetro de Propercio “ut meus oblito puluis amore uacet” (Elegías I, 19).
Quevedo en 1618, por Francisco Pacheco, luego de recibir la orden de Santiago.

Quevedo en 1618, por Francisco Pacheco, luego de recibir la orden de Santiago.

Traductores de Propercio.

Como el verso citado entraña cierta dificultad para las versiones, vamos a ver algunas.
M. A. Caro se sirvió de la misma estrofa que Dante, por lo cual hay que copiarla entera:
No es tan frágil mi amor que en el instante
que yo muera se apague: mi ceniza
verás bullir y palpitar amante.
Lo cual corresponde al dístico .”non adeo leviter nostris puer haesit ocellis, / ut meus oblito pulvis amore vacet“. En lengua inglesa, tenemos la edición de Loeb Classical Library, por G. P. Goold: “Cupid has not so lightly settled on my eyes that my dust could forget and lose my love for you”. En francés poseemos la colección dirigida por Nisard, donde se lee: “Les feux de l’enfant ailé brùlent  mes yeux de trop  vives flammes pour qu’avec ton souvenir ils ne passent point  dans mes cendres”.
La aludida dificultad reside en la frase amore oblito. En latín, hay verbos que tienen forma pasiva pero sentido activo. Tal el caso de obliuiscor – oblitus sum. Así que Propercio  se refiere, más o menos, a un amor que olvida: un amor ingrato. Fíjense que las traducciones inglesa y francesa dan rodeos, mientras que el “amor frágil” de Caro reproduce en algo el original, si bien una estrofa de tres versos debe amplificar lo contenido en una de dos.
Propercio y cintia en Tívoli, por Vinchon.

Propercio y Cintia en Tívoli, por Vinchon, 1827.

Mas creemos que la elegía de Propercio ayuda a entender otro verso del bello soneto de Quevedo. Cuando este dice “serán ceniza, mas tendrá sentido”, cualquier hispanohablante se queda un poco perplejo. Yendo a la elegía, verso 19, encontramos “quae tu viva mea possis sentire favilla!”. Allí le encarece a su Cintia que, mientras viva, guarde algún sentimiento por sus cenizas. Así, aunque a la inversa, entendemos que las cenizas sientan, que conserven el uso de sus sentidos.
Veamos, de nuevo, las estrofas íntegras en Propercio y en Caro:
quae tu viva mea possis sentire favilla!
tum mihi non ullo mors sit amara loco
. (19-20)
Si tú hubieras así de amar la mía
qué agradable viniérame la muerte
en cualquier lecho, y en cualquiera día!                 
No intentamos aquí una comparación exhaustiva de Propercio y Quevedo, habiendo quienes han tratado la cuestión seriamente. Es nada más un abrebocas y una invitación.
La flos poetarum comprende a Catulo, Lucrecio, Tibulo, Propercio, Pseudo Galo, Ovidio, Horacio, Virgilio y Lucano.

La flos poetarum comprende a Catulo, Lucrecio, Tibulo, Propercio, Pseudo Galo, Ovidio, Horacio, Virgilio y Lucano.



De Cambridge a Marmato.

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Cuando don José Eusebio Caro partió al exilio (1850), su familia quedó bajo la tutela de su suegro, don Miguel Tobar. El joven Miguel Antonio no tuvo una educación regular, en una época de constantes cambios de planes de estudio, entrada y salida de los jesuitas, etc. De su abuelo dependió la contratación de institutores particulares, entre quienes estuvo Samuel Start Bond. Caro, de dieciocho años, decide retomar sus lecciones de Inglés con Bond; pero será por breve espacio, pues el profesor se traslada a Antioquia en 1862.
Chozas en las minas de Marmato. Atribuido a E. Nichols.

Chozas en las minas de Marmato. Atribuido a E. Nichols.

 

El sueño americano de Bond.

Bond había nacido en 1816. Estudió Humanidades e Ingeniería de minas en Cambridge. Pasó a Nueva Granada hacia mediados de siglo. Ya en Antioquia, enseñó Latín e Inglés en el Colegio del Estado de Antioquia, en Medellín y luego en Rionegro. Como buen scholar de Cambridge, Bond dominaba el griego y el latín, y consta que era aficionado a la poesía, tanto de componerla como de traducirla. De ello queda una anécdota: en 1862, escribe en Bogotá la poesía The Pilgrim’s Gift. A continuación, profesor y alumno se dan a la tarea de vertirla al latín. Así lo registró Caro: “Hoc Samuelis Bondii Carmen, nos et auctor ipse, vix ille scripserat, latine certatim convertimus, nos etiam hispanice”.
Bond se fue a Antioquia a probar suerte en minas, en Marmato, con menos fortuna de la esperada. De esa época quedan las cartas que le dirigía a su alumno y émulo bogotano. Quedan asimismo conceptos sobre la gente de la región, como cuando dijo: “Si el objeto de la existencia de la raza sajona es fabricar telas de algodón, el del antioqueño es venderlas por varas”.
Volvió a la capital por 1869. La prematura muerte de su hijo, Samuel Bond Macías, en 1875, lo sumió en la depresión y el letargo, hasta morir en 1885. Otra anécdota sobre Caro y Bond, ahora referida por Marco Fidel Suárez: “Discutían sobre la propiedad de cierta expresión puesta por Bond en una inscripción latina, lo cual sucedía en los últimos días del profesor inglés; y cuando, ya en el penúltimo, se acordó este del pasaje horaciano que abonaba su expresión, se apresuró, casi moribundo, a enviar ese pasaje a su joven y no menos sabio amigo. ¡Así de consciente y esmerado era el culto que esos hombres rendían a la literatura!”.
El joven y no menos sabio amigo, que dice don Marco, a esas alturas ya le había dado su mejor obra a la literatura, y estaba a punto de meterse de lleno en la arena política.

Los libros de Bond.

En las existencias del Archivo Histórico, hemos encontrado un bonito diccionario griego. Pero una imagen vale más…
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Basado en los lexicógrafos alemanes Passow y Schneider, el LS se convirtió en la base de toda la lexicografía griega posterior, incluyendo el Diccionario griego-español, todavía en curso.

 

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Primera entrada del diccionario.

Luego de 1865 páginas, sorprende encontrarse con "the end", a manera de colofón.

Luego de 1865 páginas, sorprende encontrarse con “the end”, a manera de colofón. Su equivalente latino, el Lewis and Short, luego de 2019, no pone nada.

 

La obra de Bond.

El Instituto Caro y Cuervo publicó en un volumen las Poesías latinas de Samuel Bond, seguidas de la correspondencia con Caro. Además, redactó dos inscripciones latinas para el Cementerio Inglés de Bogotá.

 

*Los datos biográficos son de Rivas Sacconi, Miguel Antonio Caro, humanista. Disponible en http://cvc.cervantes.es/lengua/thesaurus/pdf/03/TH_03_123_123_0.pdf


Lenguas clásicas en el Archivo.

De galenos florentinos.

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El 16 de septiembre de 1327 moría en la hoguera el primer académico ajusticiado por la Inquisición. Cecco d’Ascoli ya se había enfrentado al Santo Oficio, reo de librepensador, pero había arreglado la cosa con multas, rezos, y trasladándose a Florencia, donde tendría que habérselas con la familia de los Garbos, linaje de médicos locales –al menos tres generaciones. Ya vimos cómo terminó.
La mala fortuna de Cecco principió cuando, en 1326, el Duque de Calabria lo nombró Médico de Corte, en vez de Dino del Garbo. Dino había sido profesor de Medicina en Bolonia y profuso comentador de Avicena. Además de la emulación profesional, parece que tuvieron polémica por unos ataques que aquel le hizo a Dino en una obra sobre Guido de Cavalcanti. En fin, puede decirse que tuvo motivos para actuar en el proceso de herejía que le siguieron a Cecco, en que se complicaron médicos, franciscanos, güelfos y profesores.
Además, Cecco había perdido el favor del Duque a raíz de un horóscopo negativo sobre su hija Juana, la futura reina de Nápoles.
Cecco d'Ascoli,por Giuseppe Inghilleri. Cecco (1269-1327) hubo de acudir a los estrados desde 1297, pues alguien ut ipse iudex procederet et inquireret contra Franciscum Stabilis de maleficiis commissis in personam Brocardini (…).

Cecco d’Ascoli, por Giuseppe Inghilleri. Cecco (1269-1327) hubo de acudir a los estrados desde 1297, pues alguien pidió ut ipse iudex procederet et inquireret contra Franciscum Stabilis de maleficiis commissis in personam Brocardini (…). La ciencia, en cambio, lo recuerda con el cráter lunar Cichus.

non parum utilia.

Tomasso del Garbo nace en Florencia hacia 1305, hijo de Dino, también médico. No es claro hasta dónde se comprometió en la conspiración contra Cecco (1325-7). Desde joven, cobró fama en la profesión. También se hizo rico, pues los grandes de Italia iban a la consulta del “redivivo Esculapio”. En 1344 se casó y engendró otro Dino, también médico. No se sabe si la peste (1348) lo cogió en Bolonia o en Florencia, pero de esa emergencia queda su obra Consiglio contro a pistolenza (1522). Entre 1358 y 1367 lo tenemos en Florencia, como profesor y empleado público. En Milán conoce a Petrarca, con quien trataba en sus cartas puntos filosóficos.
Tomasso dejó inconclusa su obra más ambiciosa, Summa medicinalis (1506). Otro trabajo suyo estimado fue el comentario a Galeno, con traducción de Leoniceno (1514). Tal es el libro que queremos describir en esta nota.

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Título: Thome de Garbo filii Dyni de Florentia. Commentaria: non parum utilia in libros Galeni de febrium differentiis cum ipsius Galeni textus: seu commentariorum annotatione cum duplicem et antiquam scilicet et Nicolai Leoniceni traductionem nondum alibi in luce traducta: et summo cum labore impressioni data. Et si quid erroris in eisdem compertum fuerit, quaerantur errata in fine quae tibi erunt cordi” [Comentarios no poco útiles de Tomás de Garbo, hijo de Dino de Florencia, a los libros de Galeno sobre las diferencias entre las distintas fiebres. Con el texto del mismo Galeno y las notas de los comentarios, con una doble traducción: la antigua y la de Nicolás Leoniceno, nunca antes dadas a luz. Impresos con gran trabajo. Si se descubriere algún error en ellos, búsquense al final las erratas, que serán muy valiosas para ti].
Autor: El texto básico lo constituyen  las doctrinas de Galeno, médico griego del siglo II d. C., que se considera uno de los padres de la Medicina. Sus enseñanzas se consideraron  incuestionables y definitivas  en la Medicina occidental por más de quince siglos. Dice el folio CXXVIII: “Et finitum est hoc opus currentibus annis mcccxlv die xxvii februarii quod ego (…) iuxta minimam meam facultatem composui in honorem et utilitatem Bononiensis universitatis et omnium in scientia medicine laborantium” [Se terminó esta obra el 27 de febrero del año de 1345, que yo, según mis pocas capacidades, escribí para honra y utilidad de la Universidad de Bolonia y de todos aquellos que se dedican a la ciencia de la Medicina]. Nicolás Leoniceno  (Nicolo Leoniceno, alias Nicolaus Leonicenus Vicentinus), médico y humanista italiano (1428-1524) destacado por sus traducciones de piezas de la Medicina antigua  griega y árabe, al latín. Como indica la portada, es el autor de la traducción “nueva” de los textos de Galeno.
NL

Por los días en que Colón llegaba a nuestras playas, armó polémica con su opúsculo De Plinii et plurium alorium medicorum in medicina erroribus. La respuesta no se hizo esperar: Collenuccio presentó una Pliniana defensio adversus Nicolai Leoniceni accusationem. Acusaciones y defensas se extendieron por casi dos décadas.

Datos de la impresión: Obra impresa en latín, con caracteres góticos, en dos columnas muy densas (62 líneas). Con una hermosa portada, impresa en dos tintas. Ensamblando tres elementos independientes, forma un marco para el texto con los datos sobre autores, título y traducciones. En la parte inferior, grabado con la marca del editor-impresor: San Pedro y San Pablo sostienen el lienzo con la efigie del rostro de Cristo; entre ambos, una cartela con las iniciales P. V. (probablemente pertenecientes a la dinastía de los impresores Vincent) (grabado xilográfico que vuelve a repetirse al verso del último folio impreso). En la parte inferior anuncia el Privilegio Real. Este documento, que se encuentra al verso de la portada y está redactado en francés antiguo, corrobora algunos datos que no se encuentran en ninguna otra parte: “Francoys par la grace de dieu Roy de France… Receu avons lhumble supplication de Symon vincent librayre demourant a Lyon… il a fait veoir et corriger a grands frays et despens le libre intitule Thomas de Garbo de differentiis febrium: en medecin: lequel il a fait imprimer ayant intention de le vendre…” [Francisco, por gracia de Dios, Rey de Francia (…). Hemos recibido la humilde súplica de Simón Vincent, librero  residente en Lion (…)  quien ha hecho revisar y corregir, con muchos costos y gastos, un libro de Medicina titulado Thomas de Garbo de differentiis febrium y lo ha hecho imprimir con intención de venderlo]. Parece evidente que este libro se imprimió en Lion, por Simón Vincent, en el año de 1514[1].
Privilegio de la obra.

Privilegio de la obra.

Incipit de la obra.

Incipit de la obra. Nótense las minúsculas (garbo, Florentia, galeni).

Presentación actual: Encuadernación en pergamino flexible,  manchado y deteriorado en el lomo. Papel con algunas manchas de antiguas humedades (folio LVI…). Algunas mayúsculas capitales. Indicios, al final, de insectos perforadores. Algunas anotaciones y glosas marginales; varias de ellas muy antiguas (folio II verso y folio III). El texto se conserva completo. Antes del texto, un Índice (Tabula).
Tabula. Nótese el genitivo "motorum".

Tabula o índice analítico de la obra.

Contenido: Inmediatamente a continuación del encabezamiento (folio I), escribe el autor: “Intendimus commentare librum utilem galeni de materia febrium tam theorica quam practica in quo galenus intendit distinctionem febrium et signa specierum earum…” [Pretendemos comentar el útil libro,  teórico y práctico, de Galeno sobre las fiebres. En el cual busca (mostrar) las distintas fiebres y los síntomas que las caracterizan]. Para ello, incluye los siguientes temas: División general de las fiebres. Diferentes clases de fiebres. Causas externas de las fiebres. Las fiebres epidémicas (pestilenciales). No todas las fiebres son “pútridas”. Sobre la podredumbre de las llagas y de las venas. Distinción entre la fiebre pútrida y la efímera. Generación de la fiebre hética. Diagnosis de la fiebre hética. Diferentes clases de fiebres pútridas…
Es interesante, en el índice inicial, cómo el autor lo presenta de una manera práctica, que incrementa las posibilidades se consulta útil de esta obra. Dice en el  respectivo encabezamiento:”Index dubiorum in presentibus commentariis motorum” [Índice de las dudas que se despejan en estos Comentarios].
Método de la obra: traducción primitiva, luego versión leonicena y, finalmente, comentario de Garbo.

Método de la obra: traducción primitiva, luego versión leonicena y, finalmente, comentario de Garbo. El lector moderno, cum auxilio dei, resuelve a cada paso las abreviaturas.

Características: 1) Portada interesante, impresa en dos tintas, de aspecto antiguo; no obstante las cenefas clásicas que enmarcan un texto impreso con caracteres góticos. 2) A pesar de la portada, reitera en un encabezamiento inicial (folio I) los mismos datos: “Thome de garbo filii diui (sc. dini) de florentia sui temporis medicorum principis expositio optima et subtilissima in libros differentiarum febrium galeni feliciter incipit” [Empieza felizmente la explicación, excelente y aguda, de Tomás de Garbo, hijo de Dino de Florencia y príncipe de los médicos de su tiempo, sobre los libros de Galeno acerca de las diferencias de las fiebres].

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3) Colofón (folio CXXVIII), en el que se repiten los mismos datos: “Explicit commentum a Thoma de Garbo olim dini medici filio super libro de diferentiis febrium Galeni” [Concluye el comentario de Tomás de Garbo, que fue hijo del médico Dino, sobre las diferencias entre las fiebres, de Galeno]. 4) Abundancia de abreviaturas y signos convencionales. 5) Libro foliado; marcado con números romanos. 6) Signaturas. 7) Impresión del texto con caracteres góticos de tres tamaños. 8) Grandes secciones del texto sin ninguna separación. 9) Márgenes amplios. Registro final de cuadernillos. 9) Marca del impresor: grabado xilográfico que se describió antes, impreso en la portada y al final de la obra, como se usaba inicialmente.
Explicit de la obra.

Explicit de la obra.

Valores adicionales: Este libro perteneció a la biblioteca del Arzobispo Cristóbal de Torres, fundador de este Colegio Mayor. En la portada se lee con toda claridad: “Arçobispo de Sta.  Fee D. Frai Xtobal de Torres”.
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Pedro y Pablo con el sudario de Verónica. Durero también grabó la escena, incluyendo a la santa.

Coda.

De Tomasso del Garbo nos queda un retrato hablado, de la mano de Petrarca.
straricco, talmente famoso che di lui si diceva che fosse in grado di far resuscitare i morti, ancora d’età virile, forte come un toro, ghiotto di fichi, mele, ciliege, che egli amava mangiare non con parsimonia, ma a sazietà ‘come i cavalli fanno del fieno’” (17 nov. 1370).

Muy adinerado, famoso al punto que de él se decía que podía resucitar a los muertos. Todavía de edad viril, fuerte como un toro, goloso de higos, miel, ciruelas, las cuales gustaba comer no con parsimonia, sino hasta la saciedad, “como los caballos con el heno”.

Jaime Restrepo Z., Elkin Saboyá R.,

Archivo Histórico.

[1] Se corroboró este dato en: http://books.google.com.co/books?id=_x0LAAAAIAAJ&pg=PA173&dq=commentaria+non+parum+utilia+in+libros+galeni+1514&hl=es&sa=X&ei=RaOvUOXROensiQKa54DYDw&ved=0CDcQ6AEwAw#v=onepage&q=commentaria%20non%20parum%20utilia%20in%20libros%20galeni%201514&f=false

 


La Summa de Antonino (Joyas de la Biblioteca Antigua del Colegio Mayor del Rosario, parte VIII).

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Antonio Pierozzi, florentino de unos 15 años, ingresó en 1405 a la orden dominicana, en el monasterio de Fiesole, de estricta observancia, siendo su primer candidato. Lo acompañaron al noviciado Fra Angelico y Fra Bartolommeo, que habían de ser grandes artistas. Prior del convento de San Marcos de esa ciudad, fue elevado a la sede arzobispal el 13 de marzo de 1446. Por su decidida acción para atender la plaga de 1448 y el terremoto de 1453, se ganó la estimación de sus feligreses, quienes comenzaron a llamarlo por el diminutivo. Enterado de su muerte, el papa Pío II presidió sus funerales.
La Anunciación, retablo que Fra Angelico ejecutó para el convento de Santo Domingo en Fiesole.
La Anunciación, retablo que Fra Angelico ejecutó para el convento de Santo Domingo en Fiesole.
El 31 de mayo de 1523 fue canonizado por el papa Adriano VI.
Es reconocido por  sus obras de Teología moral (Summa moralis theologiae) y de Historia (Opus chronicorum) y pasó a la historia con el nombre de su sede arzobispal: Antonino de Florencia. Comentaremos la primera de ellas.

Antonino, el teólogo.

Título: Esta obra, conocida como la Suma de Teología moral, se titula en forma más escueta y resumida en los tomos conservados: [Primus], Secundus, Tertius, Qvartus tomus Summe  Antonini Archiepiscopi florentini Ordinis Predicatorum [Tomo Primero, segundo, tercero y cuarto de la Summa de Antonino, Arzobispo de Florencia, de la Orden de Predicadores].
La obra está distribuida en cuatro tomos. En esta Biblioteca Antigua falta el tomo I y se encuentran dos ejemplares del tomo II. Se trata, pues, de una obra incompleta.
Datos de la impresión: Por los datos consignados en portadas y colofones se sabe que se trata de una obra impresa en Lion, por Jacobo Marechal, en 1529.

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Presentación actual: Se conservan dos ejemplares del tomo II; con una peculiaridad: ambos textos son idénticos, pero sus portadas tienen rasgos diferentes. En uno de ellos (V. 2 Ej.1) no se encuentra la marca del impresor y sí unos números de gran tamaño que dicen MDXXX.

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Los tomos conservados tienen la misma encuadernación flexible en pergamino y están impresos en forma idéntica.  El tomo III no conserva las primeras páginas (incluida la portada) y carece de otras al final. El tomo IV tiene rota la tapa delantera y, en consecuencia, muestra deterioro en las primeras hojas del libro. Este tomo ha sido sometido a tratamiento de desinfección. Todos los tomos muestran señales de decoración de color (roja o azul) en los cortes. Algunas anotaciones y glosas marginales. Indicios de antiguas humedades.
Contenido: Tomo II: Sobre  los siete vicios capitales. La simonía y la usura. Las restituciones, desde la perspectiva cristiana. Mentira. Juramento y perjurio. El vínculo por medio de votos; su transgresión. La infidelidad. Tomo III: El estado conyugal. El estado de continencia. Los señores temporales. Sobre diferentes estados y profesiones (militares, abogados, médicos, etc.). Las Iglesias. Los clérigos. Los siete sacramentos. Los beneficiados. Los religiosos. Los prelados. Los obispos. Los cardenales. El sumo pontífice. La excomunión, el entredicho y la suspensión.
Prólogo de la tercera parte.

Prólogo de la tercera parte. Nótese la variación del genitivo “sancte ac indiuiduae trinitatis“; así como “Summae“, frente a “Summe” de las portadas.

Tomo IV: Las virtudes en general. Las cuatro virtudes cardinales. Las tres virtudes teologales. La gracia gratis data. Los dones del Espíritu Santo.  Misterios de la Vida de Jesús Salvador y de María.
Características: El libro muestra las siguientes características que complementan y ratifican su clasificación como incunable: 1) Portada interesante,  con orla decorativa. En este caso es de subrayar la marca del impresor: un águila sostiene una corona de laurel en cuyo centro se ven símbolos de la forja de metales. En la parte inferior, con el signo de los impresores, las iniciales I  M (de Iacobus Marechal).
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2) Texto impreso en dos columnas muy densas (78 líneas), con caracteres romanos, sobre papel de poca calidad. 3) Multiplicación de  abreviaturas y de signos convencionales. 4) Libro foliado. La foliación se marca con caracteres arábigos. 5) Apostillas marginales impresas. 6) Algunas mayúsculas capitales pequeñas, de escasa calidad.
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7) Presenta diversas modalidades de colofón. Dice al final del tomo II: “Secunda pars Summae divi Antonini Archipraesulis Floren. praeclarissimi: Lugduni per honestum virum Iacobum Mareschal: Impensis eius  & Vincentii de Portonariis, accuratissime nitidissimeque elaborata finit foeliciter [Termina felizmente la Segunda Parte de la Summa del ilustre San Antonino, Arzobispo de Florencia, realizada en Lion, con gran cuidado y claridad, por el respetable señor Jacobo Mareschal, a expensas suyas  y de Vicente de Portonaris].
Colofón y registro.

Colofón y registro.

Después de enumerar las cualidades de esta obra, el editor añade: “Excussum est insigne hoc opus Lugduni opera & impensis honesti viri Iacobi Mareschal chalcographi de re litteraria quam optime meriti: et impensis Vincentii de Portonaris: necnon impensis Melchior et Gaspar Treschel, fratrum bibliopolarum Lugduni. Anno dni. Millessimo quingentesimo vigesimonono: die vero XII mensis Februarii” [Se concluyó esta importante obra en Lion, por el trabajo muy meritorio y a expensas del respetado señor Jacobo Mareschal, grabador de letras para imprenta, y también a costa de Vicente de Portonaris y de Melchor y  Gaspar Treschel, hermanos libreros de Lion. En el año del Señor, el día 12 de febrero de 1529]. A pesar de lo que puede sugerir la apariencia de este libro, la edición por parte de los hermanos Treschel vincula esta obra con las primeras imprentas de Lion. El padre de los Treschel es quien lleva a Jodoco Badio a París; Melchor y Gaspar Treschel son sus cuñados.

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Esbozo biográfico del autor, copia del epitafio, colofón y registro (aquí regestum).

8) Signaturas. 9) Registro final de cuadernillos. 10) Marca del impresor en la última página de cada volumen; marca que se repite en las portadas.
Nótense las abreviaturas para "virgo" y coelorum.

Nótense las abreviaturas marginales para “virgo” y “caelorum“.

Anuncio de un terremoto.

En las guardas de uno de los volúmenes, encontramos registro de un terremoto. De dicho sismo no hemos hallado otra mención. Lo más cercano es la alusión al enigmático ruido oído en Santafé el 9 de marzo de 1687.
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El año es 82, el día diecinueve de marzo.

 

¿Caricatura o simple garabato?

¿Caricatura o simple garabato?

Jaime Restrepo Z., Elkin Saboyá R.,

Archivo Histórico.


A Roma, de la mano de Francis Wey.

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Francisco Wey (1812-82) fue un polígrafo francés, natural de Besançon.
Sale de su pueblo a París, donde frecuenta el teatro y comienza a escribir, si bien sobre tiempos pasados, con total desconocimiento del presente. En la capital, se pone bajo la dirección intelectual de un paisano, Carlos Nodier, quien le recomienda entrar en la École des Chartes (1834-7). Dicho instituto estaba empeñado en levantar los archivos paleográficos de la nación, descuidados luego de la Revolución. Conoce a Hugo, con quien comparte la pasión medievalista.
L'Arsenal, por Charles Ransonnette, 1848. En 1824, Carlos Nodier se encargó de la dirección y allí mantuvo tertulias muy afamadas.

L’Arsenal, por Charles Ransonnette, 1848. En 1824, Carlos Nodier se encargó de la dirección y allí mantuvo tertulias muy afamadas.

En este círculo intelectual se hace escritor de folletines. Se cuenta una anécdota suya con el editor Aquiles Ricourt, quien le publica, al parecer pro primera vez.
Ya establecido como escritor de folletines, alguien le censuró su propiedad en el uso de la lengua francesa. Wey se retiró un tiempo a reforzar sus conocimientos de Gramática. A la vuelta de unos años, salió al ataque con una obra en que desafiaba la autoridad de los gramáticos: Remarques sur la langue française, sur le style et la composition littéraire. etc. También hizo páginas críticas para la primera revista francesa de fotografía, La Lumière.
En el primer número de La Lumière, Wey contribuye con el ensayo De l'influence de l'Héliographie sur les beaux-arts. Wey fue colaborador asiduo de la revista.

En el primer número de La Lumière, contribuye con el ensayo De l’influence de l’Héliographie sur les beaux-arts. Wey fue colaborador asiduo de la revista.

En 1852 lo hacen Inspector General de la Dirección de Archivos. Por esos días viaja constantemente por Europa, lo que le da material para componer libros de viajes. Entre 1853 y 1865 preside la Sociedad de Literatos.
Falleció el 9 de marzo de 1882 en París. Entre sus obras se cuentan:

Vie de Charles Nodier Manuel des Droits et des devoirs. Dictionnaire démocratique Les Anglais Chez Eux Esquisses de mœurs et de voyage Exposition œuvres d’Hippolyte Bellange une Impériale École des beaux-arts. Chronique du Siège de Paris 1870-1871 Rome. Descriptions et souvenirs I Musei del Vaticano – Le trésor littéraire de la France – Un amour d’enfance.

Wey, por Nadar.

Wey, por Nadar.

Roma, grabada en la memoria.

En la Biblioteca Antigua existe el volumen de Francis Wey Rome. Description et souvenirs (1873). Lo interesante de la obra consiste en sus 352 grabados en madera, diseñados por “nuestros más célebres artistas”, más un plano de Roma. La obra se divide de la siguiente manera: Antigüedad – Edad Media – Renacimiento – época actual.
Se trata de una segunda edición, con 352 grabados en madera. La primera edición (1872) solo contenía 346.
Portada de la obra.

Portada de la obra, con un sobrio juego de tintas roja y negra.

Veamos algunos grabados de los lugares de la ciudad antigua:
Capítulo primero, adornado con el arco de Septimio Severo.

Capítulo primero, adornado con el arco de Septimio Severo.

 

Foro Romano, templos de Saturno y Vespasiano.

Foro Romano, templos de Saturno y Vespasiano.

 

Caldarium de las termas de Caracalla.

Caldarium de las Termas de Caracalla. Los baños públicos de Roma se construyeron entre 212 y 217 d. C. Caracalla era el sobrenombre que tomó Marco Aurelio Severo Antonino Augusto, por una túnica que solía vestir y que, al parecer, era de origen galo.

Uno de los restos del pasado, las inscripciones:
Arco de Tito. Construido en 82 d. C. por Domiciano para conmemorar las victoria de su difunto hermano mayor.

Arco de Tito. Construido en 82 d. C. por Domiciano para conmemorar las victoria de su difunto hermano mayor.

En el corazón de la ciudad, una muestra de la monumentalidad:
El Coliseo. Conocido también como Anfiteatro Flaviano, obra de concreto y piedra, tardó solo diez años en ser construido.

El Coliseo. Conocido también como Anfiteatro Flaviano, obra de concreto y piedra, tardó solo diez años en ser construido.

Pero Roma no era solo piedra, sino también una idea y varios mitos:
Psique acompañada por Mercurio. El dios conduce a la bella joven al cielo, donde se hará inmortal bebiendo ambrosía.

Psique acompañada por Mercurio. El dios conduce a la bella joven al cielo, donde se hará inmortal bebiendo ambrosía.

Edad Media y tiempos recientes.

Como ciudad milenaria, Roma mezcla pasado y presente:
Columna Trajana y Basílica Ulpiana.

Columna Trajana y Basílica Ulpiana. La columna es famosa por su bajo relieve, alusivo a las guerras contra los dacios (101-6 d. C.). La columna, de unos 30 m de altura, es modelo para las columnas de victoria.

 

Fuente de Trevi.

Fuente de Trevi. Monumental obra de 26-50 m, construida durante 30 años (1732-62); su nombre se debe a la encrucijada de tres vías (tre vie). Muchos la conocemos por su aparición en La dolce vita.

Al lado de la monumentalidad del poder civil, el lujo eclesiástico:
Capilla Sixtina.

Capilla Sixtina. Debe su nombre al papa Sixto IV, que la restauró en los años 1477-80.

 

Castelgandolfo, sitio de recreo de los papas.

Castel Gandolfo, sitio de recreo de los papas.

Para cerrar con broche de oro, un buen plano de Roma:
Plano de Roma.

Plano de Roma. Diseñado por Augusto Thiollet, 50×60 cm.

Wey y el Colegio.

La copia que reseñamos fue un obsequio a la Biblioteca del rector Carrasquilla:
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Archivo Histórico.

Latín y cultura.

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Rescatamos, de entre los viejos volúmenes de la Revista del Colegio del Rosario, el artículo El latín, base de cultura, aparecido en el volumen XVIII, correspondiente a 1923:

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Gomes Ribeiro fue gramático, como lo atestigua una obra disponible en la red:
Disponible en archive.org

Disponible en archive.org

Archivo Histórico.


Aprendiendo latín, recuerdos.

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Don Jaime Restrepo, parte fundamental del Archivo Histórico, recuerda sus días de latín:

 



El imperialismo en Iraq.

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Un belicoso líder de un gran imperio occidental invade a Iraq, supuestamente por cuestiones de seguridad nacional. Su joven sucesor anuncia su oposición a la guerra y la evacuación de sus tropas de Mesopotamia, la tierra entre los ríos Éufrates y Tigris.
El Creciente o Medialuna Fértil, fuente: http://www.whittinghams.me.uk/DNA.htm

El Creciente o Medialuna Fértil, fuente: http://www.whittinghams.me.uk/DNA.htm

En el año 117 d. C., Publio Elio Adriano, emperador romano recién proclamado (117-138), inauguró su reino al abandonar a Armenia, Mesopotamia y Asiria, las tres provincias creadas por su antecesor, Trajano (98-117), al oriente del Éufrates entre el 113 y el 116.
Adriano retiró todas las fuerzas romanas del actual Iraq para suprimir las violentas rebeliones que estallaron tras las victorias de Trajano frente al Imperio Parto de la dinastía arsácida, reyes de lo que hoy es en esencia Irán. Las rebeliones sacudieron todo el oriente romano, desde Mesopotamia hasta las ciudades con predominante población judía, como Alejandría y las urbes del Levante mediterráneo.
Adriano, en un busto marmóreo

Adriano, en un busto marmóreo el el Palazzo dei Conservatori.

 No obstante, el retiro de las legiones romanas de Mesopotamia no condujo a una paz duradera. En el 161, el rey de Partia, Vologases IV, anexó el reino de Armenia, hasta ese momento un estado vasallo bajo la influencia de los césares, e invadió la provincia romana de Siria.
La arremetida de Vologases evidenció que, como escribe el filólogo clásico Kenneth Harl, las ricas y populosas provincias del Imperio Romano oriental eran vulnerables al ataque de los móviles y rapidísimos ejércitos partos, a menos que Roma controlara a Armenia y las vías que atravesaban sus montañas. Esto, sin embargo, requería el dominio del norte de Mesopotamia, una tierra extensa y árida, donde los ríos y sus rutas comerciales permitieron el crecimiento de antiguas ciudades, como Edesa (Urfa, Turquía) y Nísibis (Nusaybin, Turquía).[1]
Moneda de Vologases IV.

Moneda de Vologases IV, quien reinó entre 147 y 191.

En el 162, Lucio Vero (161-169), coemperador junto a Marco Aurelio (161-180), lanzó una guerra contra Partia. Su general, Gayo Avidio Casio, les infligió a los partos amargas derrotas en Mesopotamia y, entre el 165 y el 166, capturó una de sus capitales, la ciudad helenística de Seleucia, y sitió otra: Ctesifonte, ubicada muy cerca de la futura Bagdad. Vologases fue obligado a implorar la paz y a cederle a Roma una parte significativa del norte de Mesopotamia.[2]
El resto de la zona pasó a manos romanas en el 198, tras la campaña que libró el emperador Septimio Severo (193-211), quien incorporó el norte de Iraq a la estructura política y militar del Imperio Romano y estacionó ahí legiones que permanentemente amenazaban el centro y sur de Mesopotamia, territorios que los romanos decidieron no conquistar.
Tras la caída de la dinastía arsácida en el 227, Shapur I, rey del nuevo Imperio Persa sasánida, logró invadir el Imperio Romano oriental, saquear a Antioquía, capital de la Siria romana, e inclusive capturar en batalla en el 260 al Emperador Valeriano, a quien Shapur utilizó como estribo para montarse sobre su caballo. Valeriano luego fue ejecutado.
mural at Naqsh-e Rustam, where Shapur is represented on horseback wearing royal armour and a crown. Before him kneels Valerian, in Roman dress, asking for grace.

La humillación del orgullo romano: en Naqsh-e Rustam, un mural representa a Shapur  armado y coronado. A sus pies vemos a Valeriano, pidiéndole gracia.

Pese a estas humillantes derrotas, los romanos mantuvieron su control sobre el norte de Mesopotamia, e inclusive extendieron su dominio tras las campañas del César y futuro emperador Galerio (305-311) en el 298.
El fin del poder romano en Mesopotamia fue consecuencia de la desastrosa invasión del emperador Juliano el Apóstata (361-363), quien murió en combate con tropas persas en el 363, al retirarse de Ctesifonte a lo largo de la orilla oriental del Tigris. Su sucesor, el tímido emperador Joviano (363-364), buscando un cese de hostilidades para salir con su ejército de Iraq y legitimar su nombramiento, le cedió a Persia el norte de Mesopotamia en su totalidad.
El corto reinado de Joviano tuvo una influencia duradera. Como argumenta Harl, su rendición de Mesopotamia le abrió el camino a los ejércitos islámicos y al califato que destruiría al Imperio Bizantino, la segunda Roma, en 1453.[3]

Hoy como ayer.

Fuente: BBC.

Fuente: BBC.

En junio de 2014, el grupo militante Estado Islámico de Iraq y el Levante proclamó la creación de un nuevo califato en Iraq, donde controla aproximadamente un tercio del territorio, incluyendo a Mosul, la segunda ciudad más grande del país, y la frontera occidental con Siria y Jordania. El más reciente Estado islámico surge tan solo tres años después de que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, retirara todas sus tropas de Iraq.
Tal como en el caso de Adriano, la medida de Obama, aparentemente sensata, condujo al desastre militar y a la necesidad de reocupar el territorio abandonado.
Daniel Raisbeck

 

* Este artículo fue publicado originalmente en Ámbito Jurídico.

[1] K. Harl. “The Roman Experience in Iraq,” en Journal of the Historical Society (7.2): 2007. 213-227. 215.

[2] M.T. Boatwright, D.J. Gargola y R. Talbert. The Romans: from Village to Empire: A History of Ancient Rome from Earliest Times to Constantine: Oxford, 2004.  398-399.

[3] Harl, 222.


Literatura marginal de un rosarista.

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Luego de unos diez años en Venezuela, Franco Quijano tuvo que volver a Bogotá, hacia 1932, a copiar un romance en las márgenes de un volumen de Avicena. Y la cosa no era puro amor al arte…
Por la época de su descubrimiento, Franco Quijano había sido bibliotecario del Archivo Histórico.

Por la época de su descubrimiento, Franco Quijano había sido bibliotecario del Archivo Histórico.

Franco Quijano, el bueno.

Como buen rosarista, Franco Quijano había publicado artículos en la Revista del Colegio. En 1915 se estrena allí como escritor de materias históricas, con una nota sobre el general Santander, más una nota sobre Lógica. El año siguiente se concentra en una serie de artículos sobre la Filosofía tomista en Venezuela, en medio de los cuales dedica una Rima a la Bordadita. En el 17 comienza a hallar cosas: un soneto anónimo en un “códice” del año 1686 (no hemos hallado ni el autor ni el título que refiere Franco). Copiamos el párrafo final, porque delata al futuro interpolador: “¡Lástima no saber siquiera si es de poeta granadino y si puede agregarse al tesoro de nuestras joyas literarias!”. Pronto Franco llenará otros vacíos. Luego se estrena como historiador de la Filosofía colombiana, más un estudio sobre Suárez.
En el mismo 1917 ya lo tenemos de poeta de largo aliento: compone una poesía religiosa en quince quintillas.
Vuelve, como historiador, en 1919 con el artículo De re historica, más una nota sobre el Congreso Mariano. Mas he aquí que Franco, pudiendo seguir su carrera normal de colaborador asiduo de la Revista del Colegio, decide dar la chiva literaria del siglo, cambiando la Historia literaria del país, capítulo Conquista.

Un romance de Jiménez de Quesada (Quijano, el malo).

En el número 139, correspondiente a octubre de 1919, aparece el artículo La poesía más antigua del Nuevo Reino de Granada, firmado en septiembre 19 del mismo año por J. F. Franco Quijano.
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Jiménez fue colegial, catedrático de Prosodia latina y Religión, rector interino a la muerte de monseñor Carrasquilla.

Teníamos, por fin, un romance de la Conquista. Pero, ¿quién era su autor?. Franco se lo atribuye a Antón de Lescámez, que formaba como capellán en la expedición de Gonzalo Jiménez de Quesada.
Lescámez era sacerdote “de a pie”, lo que significa que llegó con los Quesadas, paso a paso, hasta el Valle de las Tristezas (con Gonzalo) y, sin encontrar El Dorado, salió a Sibundoy y a Pasto (con Hernán Pérez), pero entrando por los llanos. No pararon allí sus andanzas: fundada la ciudad de Mérida, su obispo lo envió a que se encargara de la iglesia. Allí murió en la década de 1580.
Mapa de 1599 por J. Hondius.

Mapa de 1599 por J. Hondius, donde están los lagos Casipa, Parime, y la ciudad de El Dorado.

Entre quienes se hicieron eco del hallazgo lírico están: Manuel José Forero (1923), para quien Lescámez fue quien “trasplantó a América el romance”. Otero Muñoz opina que “su fondo de verdad y realismo se acomoda muy bien, sin embargo, a la índole de los romances castizos”. Fuera del país lo reseñan Rodríguez Demorizi e Ismael Moya; en Europa Ugo Gallo y el mismísimo Menéndez Pidal (si bien con reservas).
Mas no solo al Adelantado cantó Lescámez. Franco en su buena suerte se topó con el Romance de Leandro. Esta pieza del ingenio del capellán reposaba en la pasta de una obra del jurisconsulto Pablo de Castro, In secundam codicis (etc.). Romance que, a juicio de Franco, es inferior al primero y que puede ser una imitación de alguno de los contenidos en Flor de enamorados, de Juan de Linares.
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Fragmento de la portada del Primus Avicennae canon, huésped del romance. Avicena era “princeps medicorum“, Fulginas “speculator” o investigador.

La polémica de los Oteros.

Ya sabemos que la primera mención del hallazgo fue en 1923, en un artículo sobre folclor. En dicha década no conocemos un registro de algún crítico literario sobre el hallazgo. Quien vendría a insertar a nuestro capellán Lescámez en la Historia de la literatura nacional fue Otero Muñoz, quien saludó a este nuevo poeta y cronista en un artículo de febrero de 1932 (Los primeros poetas de la Conquista). A los dos meses aparece la réplica de Otero D’Costa (Romancero apócrifo del padre Antón de Lescámez). El impugnador principia declarando que no halló el libro reseñado por el descubridor, sino uno distinto y anterior, y que allí no hay nada[1].
Principio del romance, al lado de las notas a Avicena.

Principio del romance, al lado de las notas a Avicena.

Sin embargo de eso, examina la posibilidad de que Lescámez hubiera tenido semejante libro. No le parece: primero por la incomodidad de trastear ese infolio (en varios volúmenes), y segundo por la escasa utilidad de un libro de Medicina oriental en América, además de la imposibilidad de suministrarse aquí los remedios que prescribe.
El impugnador señala yerros históricos, relativos al motín de la tropa a la altura de la actual Barrancabermeja y al carácter de Jiménez de Quesada. Llamó también la atención del crítico que el cura firmara como don, título para el cual había que tener real cédula.
Pecó, pues, Franco al endilgarle, acaso con manía moderna, el don al cura. Pero si “la historia va mal en el romance”, el estilo tampoco escapa a la censura del duro aristarco. En efecto, los “descomulgados versos” de Lescámez no le parecen sino oscuros, rastreros y ripiosos. Los sentimientos que pone en boca del conquistador le parecen anacrónicos. La lengua del romance es, para quienes la examinaron en detalle, una imitación del idioma del siglo XVI, en donde se confunden arcaísmos con neologismos.
Fundación de Bogotá, por Pedro Alcántara Quijano.

Fundación de Bogotá, por Pedro Alcántara Quijano.

La cuestión parecía, pues, decidida en contra de la autenticidad del romance. Sin embargo, luego del referido artículo los críticos no descalificaban tan claramente el hallazgo de Franco: se arropaban con el manto de duda.
Para dar veracidad a su obra, el interpolador acomodó entre los renglones el nombre Antón Lescanes. La diferencia con una tinta que sí es antigua es ostensible.

Para dar veracidad a su obra, el interpolador acomodó entre los renglones el nombre Antón Lescanes. La diferencia con una tinta que sí es antigua es ostensible. Para facilitarles el trabajo a futuros Oteros, indica “p. 100″.

Alusiones recientes.

Treinta años después de la polémica de los Oteros, entra a terciar en la cuestión la investigadora alemana Gisela Beutler. Es el estudio más extenso (85 pp.) y más ponderado del caso. Su conclusión es la misma, pero agrega que la interpolación de Franco no carece de méritos, como que tampoco es la primera vez que la Historia literaria registra esas “licencias” poéticas. Algo más: señala que la falsificación del rosarista delata la actualidad que cobraron, a principios del siglo pasado, la literatura medieval y romancística en la Península, así como el romancero español en Colombia.
Cuarenta años después, en el número que celebra el centenario de la Revista del Colegio, aparece un artículo firmado por Germán Hermida, ingeniero de profesión e historiador de corazón, con el atractivo título Un detective en el archivo histórico. Allí se narra lo que ya sabemos, adicionando algo sobre las andanzas de Franco Quijano en Venezuela, poco relacionadas con la Filosofía tomista. Baste decir que en el vecino país trabajó con tinta, pero no aplicada a libros.
Hay una alusión literaria, en un libro de Germán Arciniegas sobre el Adelantado, al tema del romance. Pero esa es otra historia…

Bibliografía de Franco Quijano:

Artículos:

 

El general Santander.

Un lógico colombiano.

La filosofía tomista en Venezuela.

Rima (Bordadita).

Hallazgo.

Historia de la Filosofía colombiana.

Suárez el eximio en Colombia.

Documentos importantes (carta de Sámano).

Por qué temblar? (poesía).

De re historica.

Congreso Mariano.

La poesía más antigua del Nuevo Reino de Granada.

 

Libros:

Conclusiones jurídicas de la academia, el liceo y la escolástica.

Melancolía medioeval.

Los fantasmas.

Los collares de Ofelia.

Sobre la reforma de la demanda.

Sistemática electoral.

Bibliografía sobre Franco Quijano:

Gustavo Otero Muñoz, Los primeros poetas de la Conquista.

Enrique Otero D’Costa, Romancero apócrifo del padre Antón de Lescámez.

Gisela Beutler, El romance de Ximénez de Quesada: ¿primer poema colombiano?.

Germán Hermida, Un detective en el archivo histórico; reproducido en su libro de crónicas Música de huesos (y otros accidentes históricos).

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Por burlarse de Otero, o por darle una iconografía a su presunto autor, Franco Quijano nos dejó muestra de otra de sus habilidades.

*El artículo de Beutler se puede leer en la red. El de Otero D’Costa, en el Boletín de Historia y Antigüedades; el de Otero Muñoz fue arrancado enteramente del número anterior del mismo Boletín, por lo menos en la copia que tiene la BLAA.

 

[1] El enredo pudo ser así: Otero llega a la bilioteca, pide un catálogo, se dirige a la sección Medicina y allí encuentra un supuesto Super canones Avicennae, que no existe sino en dicho catálogo, pues lo que existe en las estanterías es el Primus Avicenne canon, etc. Franco se equivocó, sin embargo, en la fecha: no es de 1522, sino del 20.

Archivo Histórico.

 


Proverbios por millares. Joyas de la Biblioteca del Colegio del Rosario.

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La plaga que, hacia 1483, azotó la ciudad de Deventer (Holanda), marcó a Erasmo de dos maneras: se llevó a su madre, a tiempo que dio fin a la educación que allí estaba recibiendo. Del currículo cabe señalar que allí, por primera vez, se enseñaba griego en un nivel inferior al universitario. Así pues, Erasmo conoció las lenguas clásicas en sus días de colegio.
Deventer, 1550.

Deventer, ca. 1550.

Por lo demás, esos años debieron de ser bien difíciles, como que Erasmo, acosado por la pobreza, se decide a tomar la vida consagrada, por la época en que se descubría el Nuevo Mundo. A poco de su ordenación, y debido a su pericia en el latín, gana el puesto de secretario del obispo de Cambrai, Enrique de Bergen. Con su permiso, ingresa a la Universidad de París en 1495. Hacia el fin de siglo, lo tenemos ya en la Universidad de Cambridge, y en relación con los más destacados intelectuales del país. Así viene a ser catedrático de Griego, lengua que conocía por su interés en las Sagradas Escrituras.
La Biblioteca del Queen's College.

La Biblioteca del Queen’s College, donde existen ediciones príncipe de Erasmo. El humanista se quejaba del clima y cerveza locales, pues sufría del mal de piedra y no conseguía allí buen vino, el específico de dicha dolencia (Foto: Facebook).

Por 1506 lo tenemos en Italia como Doctor en Teología y, a un mismo tiempo, humilde corrector de pruebas de Manucio. Hacia 1517 está en Lovaina, donde ayuda a fundar un Collegium trilingue, a la manera del que existía en Alcalá. Sin embargo, el ambiente ideológico es adverso, por lo cual marcha a Basilea. Allí es centro de un cenáculo intelectual, donde se conoce con el editor Juan Froben.

Una colección de proverbios.

La obra de Erasmo puede dividirse en dos: de tema divino y de tema profano. Al último grupo pertenece la obra que ahora nos ocupa: los Adagios. Veamos de qué se trata todo esto: παροιμία significa “proverbio”, “máxima” o “adagio”; esta última el DRAE define así: sentencia breve, comúnmente recibida, y, la mayoría de las veces, moral. La voz “refrán” hacía referencia a algo que se repite, a manera de estribillo.

La obra.

El autor divide su obra en millares (chilias, χιλιάςComo su nombre indica, cada centuria desarrolla cien proverbios. En este tomo se encuentra desde el Millar 1 y la Centuria 1 hasta el Millar 5 y la Centuria 2. Este libro comenzó siendo una recopilación de aforismos latinos, tomados de los clásicos griegos y latinos, y acabó siendo una enorme recopilación de dichos, adagios y proverbios, que el autor comenta y explica con un objetivo: servir de ejemplo de buena escritura y redacción en latín.

Descripción.

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Título: Adagiorum opus (…)ex postrema autoris recognitione. Accesit huic editioni Index nouus, Lectori quaecumque notatu digna in hoc opera tractantur commonstrans [Obra de los adagios. A partir de la última revisión del autor. Se incluye en esta edición un nuevo Índice que muestra todos los temas destacados que se tratan en esta obra].
Lugduni, apud Sebastianum Gryphium (Lion, en la Imprenta de Sebastián Grifo), MDLVI.
Sello de Grifio.

Sello de Grifio. De Pedro Asselino sabemos que imprimió, junto con Matthieu Vivian, en 1490, un Manipulus curatorum; luego difícilmente podría ser el mismo.

Otros detalles físicos: Encuadernación rígida de lujo: cartón duro, forrado en piel (algo deteriorada). Lomo con nervaduras sobre costuras; motivos decorativos en dorado. En ambas tapas, líneas en los bordes y rombo decorativo en el centro, con el grifo del impresor-editor. Guardas. Cortes pintados con dorado. Portada impresa en una sola tinta. Marca tipográfica del editor-impresor (Francisco Grifo): Virtute duce comite fortuna. Dedicatoria. Texto impreso en dos columnas, con diversos tipos y tamaños de letra. Papel de primera calidad, con líneas (trazadas, no impresas) que dividen y enmarcan las columnas del texto. Impresión óptima (claridad, nitidez, diversidad de tipos: incluso griegos). Mayúsculas capitales. Signaturas y reclamos. Colofón y marca tipográfica en último folio impreso.
Deterioro en piel de lomo y tapas. Guarda delantera desprendida. Deterioro por perforaciones de insectos. En hoja de guarda, varias inscripciones.
Hay referencia de Raoul de Vigneral de Canteloup, consejero en 1668, y de su hijo Guillaume de Vigneral de Sevray, consejero en 1702. Pero el ex libris figura ya en una edición alemana de Dionisio de Halicarnaso de 1586.

Ex libris de la familia Vigneral. Hay referencia de Raúl de Vigneral de Canteloup, consejero en 1668, y de su hijo Guillermo de Vigneral de Sevray, consejero en 1702. Pero el ex libris figura ya en una edición alemana de Dionisio de Halicarnaso de 1586. Es decir: luego de nuestra “exquisita búsqueda” (frase de Otero D’Costa), el Erasmo de esta biblioteca tiene dicho ex libris por primera vez.

Hermoso ex libris, pegado a la pasta delantera: en la base del escudo, un lema en francés dice: “Del Señor de Vigneral, consejero del Rey en su Parlamento de Ruan.
El grifo del impresor.

El grifo del impresor.

Algo del contenido.

Obra extensísima, nos limitamos a dar una muestrica, como excitación a su consulta:
Carta a los filólogos.

Prólogo a los filólogos (clasicista es anglicismo reciente). Declara Erasmo que lo movió la utilidad de la obra: no solo corregir ediciones clásicas, sino también “quitar del medio las asperezas del estilo” con que tropezaban los hirsutos literatos.

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Un dicho acomodado a cierto tiempo o lugar, la más simple definición de paremia o proverbio. Nótense las líneas que enmarcan las columnas.

Todo lo de los amigos es común, en latín y griego.

Todo lo de los amigos es común, en latín y griego.

 

Erasmo en Colombia.

Copiamos a continuación un soneto del poeta Guillermo Valencia al insigne humanista:

 

A Erasmo de Rótterdam
«Pintó Hans Holbein», dice la envejecida tela 
que a cierta ciudad muerta me fuí a buscar un día, 
por ver ¡oh padre Erasmo! la búdica ironía, 
que de tu boca fluye, que tu desdén revela.
 
Si tú del polvo alzaste la derribada Escuela 
por que a regir tornase la helénica armonía, 
¿cómo en la mustia boca de la melancolía 
tus labios aprendieron ese reír que hiela?
 
Enfermo que en mí fijas tus ojos de fantasma:
el frío de tu estéril desilusión me pasma;
atas mi ser y domas, ascética figura,
que vas entre los mártires de mi martirologio,
y vuela con tu nombre la voz de mi eucologio,
¡oh cuerdo que tu elogio le diste a la Locura!

 

JFFQ: una travesura pictórica de Juan Francisco Franco Quijano, a quien ya presentamos en este blog.

JFFQ: una travesura pictórica de Juan Francisco Franco Quijano, a quien ya presentamos en este blog.

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Jaime Restrepo Z., Elkin Saboyá R.

Archivo Histórico

 

 


Dunno much about γεωγραφία…

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Originalmente publicado en Lugubelinus:

CarthagoNOvaNovaBehold! A map of the city and harbour of Cartagena, in southern Spain, for your delectation. And it may make things easier later on if you note carefully the position of the island of Escombrera or Escombreras, right at the bottom.

To the Romans Cartagena was known as Carthago Nova, New Carthage, and it was celebrated as one of the very finest natural harbours they knew. It’s easy enough to see why: in the sixteenth century the Genoese admiral Andrea Doria was in the habit of saying that the three most secure anchorages in the Mediterranean were “Cartagena and June and July.” Under the settled conditions of the Roman Empire Carthago Nova was best known for its production of the highest quality garum, fermented fish sauce, an evil-smelling staple of Roman cuisine. That island Escombrera was in antiquity Scombraria, named after the scombri or mackerel from which this garum 

Ver original 2.040 palabras más


Palabras mayores: ideas y libros del siglo XVII (conferencia 21-8-2014)

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Foto de la biblioteca, perteneciente a la colección del Archivo Histórico.

Foto de la biblioteca, perteneciente a la colección del Archivo Histórico.

Ortega y Gasset reclamó un lugar prioritario para la “historia” y para la “circunstancia”, si se quería una cabal comprensión de las realidades humanas. Entre todas éstas, cualquier proyecto educativo (léase Colegio Mayor o Universidad) y cultural (léase Biblioteca) no pueden entenderse adecuadamente por fuera de sus historias y de sus circunstancias.
En este caso, el Diálogo Mayor que se celebra este año quiere clarificar aspectos de la Colonia Neogranadina y de la primera historia del Colegio Mayor, en su quehacer educativo (supuestos, implicaciones, consecuencias).
La Biblioteca Antigua que guarda el Archivo Histórico, es un documento importante de este momento. En la medida que alberga volúmenes que no solo pertenecieron al Arzobispo Fundador y a muchos de sus antiguos catedráticos, sino que muestran las pautas intelectuales por las que discurrió la enseñanza de los saberes que aquí se enseñaron. Por encima de todo: Derecho y Teología.
La comprensión de un libro (y de una biblioteca) debe ser integral: los aspectos materiales (fecha, lugar de origen, fecha de impresión, tipo de letras, encuadernación) son solo un aspecto. Otros serán el de los autores, los temas y su forma de abordarlos, su comercio. Pero esa comprensión no estará completa sin averiguar cuál fue el universo mental en que nacieron.
Hoy día, se impone la tesis que Américo Castro formula con claridad: “Es inútil aplicar métodos de intelección lógica al estudio de nada hispánico historia política, religiosa, literaria o lingüísticasi no se incluye en la explicación el modo español de existir” (Aspectos del vivir hispánico). En consecuencia, pretender entender adecuadamente la Colonia americana y sus múltiples aspectos, desde ella misma, es un intento condenado al fracaso. Con el conquistador y el colonizador no solo llegaron tropas con armas y colonos con herramientas: llegó y se impuso un “mundo” (un horizonte mental, una cosmovisión: “un modo español de existir”). ¿Cuál era ese mundo? ¿Cuáles eran sus componentes esenciales?
Y en la actualidad, hay autores que sostienen: “…el estudio de la colonización de las Indias quedaría incompleto si no atendía a los libros que, junto con los hombres, cruzaron la mar océana, o lo que es lo mismo, a los medios que la cultura europea empleó en la conquista del Nuevo Mundo y de las nuevas gentes de los confines occidentales” (González Sánchez, Carlos Alberto. Los mundos del libro. Universidad de Sevilla, 1999). Teniendo esto en cuenta, los libros de la Biblioteca Antigua cobran otra dimensión. Además de sus datos bibliográficos y bibliotecológicos, nos ofrecen pistas y rastros valiosos del mundo que se implantó en América con los españoles. ¿Por qué están en nuestra Biblioteca Antigua estos libros y no otros?
Rastreando componentes de ese mundo, aparecen muchos factores. Algunos relacionados con la idiosincrasia del español. Otros directamente vinculados con lo que el español de aquellos siglos cree. Aunque saldrán a relucir aspectos de aquella personalidad (orgullo, prepotencia, valentía y espíritu guerrero), nos vamos a fijar más en el mundo de su ser y de sus creencias.
Estas se pueden resumir en la pretensión y el esfuerzo por establecer, consolidar y expandir, en la medida de sus fuerzas y recursos, un esquema monolítico, típicamente medieval, mientras otras naciones de Europa empezaban a construir una modernidad. Tal esquema totalizante consistía en una jerarquización piramidal descendente-inamovible. El orden de esta pirámide estaría representado, en el lugar supremo, por Dios; mediatizado por la Iglesia Católica y su cabeza, el papa. De ellos procede la autoridad del Rey de España, su derecho sobre las tierras conquistadas, que él adopta bajo la figura del Patronato. Todo ello movido por su conciencia de ser “el” defensor de la fe católica. El ser y el hacer de la sociedad (y de las personas) se concibe como “servicio a Dios y al Rey”.
Y no puede olvidarse que cuando convenía al Rey de España, la jerarquización se trastocaba, reservándose para él la cúspide y subordinando al papa a sus intereses…
Pero, quedémonos con el “servicio a Dios y al Rey”. Este servicio se ejerce:
  • desde el propio ser (conceptos de honra, hidalguía, nobleza, pureza de sangre, el caballero cristiano)
  • desde la propia fe católica, recién reforzada por el Concilio de Trento y convertida en factor decisivo de cohesión, de uniformidad y de disciplina social; fe que se vuelca en ritos y gestos externos y no en la solidez y profundidad de creencias y valores
  • desde las relaciones sociales clasificadas de señor a siervo, donde priman las “jerarquías”, los “privilegios”, las “exenciones”, los “beneficios”, las “precedencias”, los “mayorazgos”… (No se puede olvidar cuántos conflictos coloniales se produjeron por omitir estos privilegios y precedencias. Incluso hay ejemplos en donde se vieron comprometidas las relaciones entre el Presidente de turno y el arzobispo Cristóbal de Torres.)
  • desde el tipo de educación que se quiere dar (lo que dicen las Leyes de Indias), la que se dio de hecho y la que nunca existió (a pesar de lo que digan muchas de nuestras historias de la educación)
  • desde la doctrina e instrucción que se imparte en las cátedras (y para quién se imparte)
Nuestro mundo colonial (incluida la instrucción) viene de allí. Y nunca acabaremos de comprenderlo si no se conoce y profundiza el significado de cada uno de esos aspectos.

*Como parte del ciclo de conferencias Diálogo Mayor, el autor expondrá las ideas coloniales, según pueden rastrearse en la Biblioteca Antigua del Colegio Mayor del Rosario.

He aquí la programación: Diálogo Mayor.

 

Jaime Restrepo Z.,
Archivo Histórico.

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